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España mira las ideas de Francia para la vuelta a la actividad de los parados

Pese a tener ya mas de 2,5 millones de parados de clase "A" (los que llevan mas de un mes sin empleo), lo que representa un 8,7% de la población activa en el hexágono y casi un 25% mas que en el primer trimestre 2008, Francia ataca el problema de una forma sui generis, o por lo menos distinta de la planteada en España. Así, del otro lado de los Pirineos la discusión no está en sacar de la chistera unas "reformas de calado" como aquellas reclamadas por la CEOE, en torno a la "flexibilidad" del mercado laboral, ni siquiera los "cambios graduales" sugeridos por el Consejo Económico y Social (CES). Lo que sí hace el gobierno galo, es "incentivar" al máximo la vuelta a la actividad de aquellos parados que no se resignan a su situación y buscan activamente un nuevo puesto de trabajo, aunque sea a tiempo parcial, con lo cual tendrán derecho a ayudas sociales.

Desde el primero de junio, Francia cuenta con un nuevo esquema de lucha contra el paro y contra la pobreza. Es la llamada "renta de solidaridad activa" (RSA), que antes de su puesta en práctica fue "ensayada" durante unos 15 meses en 35 regiones y con resultados positivos. Bajo el prisma "sarkoziano" de "trabajar más para ganar más", la idea de base es muy sencilla: para mejorar la situación de los "trabajadores pobres" y de aquellos que sobreviven solo con el subsidio del paro, tener una actividad, aunque sea a tiempo parcial o solo de unas pocas horas por semana, conllevará el beneficio del RSA. Además de incentivar la vuelta a la actividad laboral, el gobierno presidido por François Fillon busca "aumentar el poder de compra de los trabajadores pobres" y reducir el número de familias con ingresos situados por debajo el umbral de la pobreza.

Considerada como la reforma social de mayor calado en Francia desde 1999, cuando la cobertura de la asistencia medica (seguridad social) fue extendida a toda la población, independientemente pues de la situación laboral y del nivel de ingresos de los beneficiarios, el nuevo RSA viene a reemplazar y incrementar el campo de aplicación de otros sistemas de ayuda social, como la Renta Mínima de Inserción (RMI). Así, una persona sola y sin cargos familiares, con unos ingresos mensuales de 259 euros que corresponden al salario mínimo del 25% de la jornada laboral, recibirá una ayuda máxima de 585 euros, con lo cual sus ingresos totales alcanzaran los 844 euros. Y si los ingresos laborales son de 778 euros (el mínimo legal para un 75% de la jornada laboral), la ayuda bajará a 388 euros, con lo cual la renta disponible del beneficiario alcanzara los 1.166 euros. Otro ejemplo: un matrimonio con dos hijos y 1.028 euros de ingresos, recibirá 297 euros de RSA y 120 euros de ayudas familiares, al total, pues, 1.445 euros.

Destinado sólo a los trabajadores que tienen más de 25 años (a menos que tengan un hijo a cargo), que cuenten con ingresos mínimos de una actividad laboral o que integren el colectivo de los parados que buscan empleo de manera activa, el RSA tiene al día de hoy un campo de aplicación muy extenso: unos 3,4 millones de personas, según las estimaciones oficiales, mientras que el numero total de franceses situados por debajo del umbral de la pobreza (aquellos cuyos ingresos representan menos del 60% de la renta media nacional) alcanza los 7 millones. Por el momento, los beneficiarios del RSA solo representan una mínima parte del colectivo potencial, unos 100.000, pero el gobierno calcula que pronto representarán 700.000. El impacto adicional para las arcas del Estado será de 1.500 millones de euros por año, sobre un total de 9.500 millones.

La creación del RSA fue una de las primeras "medidas sociales" de la "era Sarkozy", tras su llegada al Palacio del Elíseo, cuando las palabras "crisis" y "recesión" no entraban todavía en el vocabulario de los dirigentes políticos ni de los expertos económicos. El principal objetivo entonces, consistía en fomentar el empleo, y en unas circunstancias relativamente favorables. Ahora, ante el cambio de la situación económica y social, la reforma no tendrá el mismo impacto previsto inicialmente en el mercado laboral: puesto que su aplicación esta condicionada al ejercicio de una actividad laboral o a la busca activa de empleo, independientemente de la naturaleza del vinculo laboral y del nivel salarial propuesto por los empleadores, el incremento del paro pondrá aun más obstáculos a los beneficiares potenciales del RSA. De ahí, pues, que el gobierno de François Fillón haga ahora más hincapié en el otro aspecto de la reforma: el que consiste en incrementar el "poder de compra de los trabajadores mas pobres".

Hay que recordar que en lo que va de año, la política económica y social de Sarkozy ya provocó tres jornadas de paro y de movilización general, convocadas por todos los sindicatos mas representativos y que llevaran más de dos millones de franceses a salir a la calle. Y siempre bajo el mismo lema: tras las ayudas masivas del Estado a las empresas y a los bancos, para hacer frente a la crisis, el gobierno tendría que hacer lo propio con los trabajadores, aumentando así el "poder de compra" para fomentar el consumo privado. La respuesta de Sarkozy fue sistemáticamente negativa, y con el RSA tampoco se puede hablar de cambio de política, puesto que el incremento del poder de compra que conlleva la reforma concierne únicamente a los "trabajadores más pobres". "Lo que hace el gobierno, con el RSA, es subvencionar el trabajo a tiempo parcial y los salarios de miseria", denuncia el sindicato pro comunista CGT. Pero el más moderado CFDT tiene una lectura distinta, hablando de "innovación social" y también de "etapa importante contra la pobreza". Por lo demás, nadie cree que en las circunstancias actuales el RSA pueda frenar significativamente el paro, que aunque solo represente el 8,7% ya pone en peligro la estabilidad social... sin que nadie reclame a gritos, como en España, una mayor "flexibilidad laboral" para las empresas.