sábado, noviembre 23, 2024
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El videojuego ‘Diablo III’ ya está aquí

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Diablo III ya está aquí. Como si de un evento cósmico se tratara, en todo el planeta millones de tiendas abrieron sus puertas para que los fieles de la saga pudieran adquirir su copia del juego. Parejo a este fastuoso despliegue, el equipo de desarrolladores de Blizzard implicados en el RPG ha viajado esta semana a las capitales más importantes del globo para acompañar el lanzamiento de su criatura y rodearse de los fans de la saga.

Durante su estancia en Madrid, Portaltic estuvo con ellos para compartir impresiones sobre este nuevo descenso a los infiernos, doce años después de la última vez que nos enfrentamos a Diablo, el Señor del Terror.

Diablo III se presenta ante todo como una obra de artesanía, en la que en vista del resultado se ha dedicado mucho amor y trabajo. Esta nueva entrega no pretende romper moldes ni sentar las bases o reinventar el género, ese nunca ha sido la visión de Blizzard, sino perfeccionar un sistema de juego que ha cautivado a millones de jugadores y que también ha servido de modelo para incontables títulos: Drakensang, Titan Quest, Dungeon Siege, por citar un alguno de ellos.

La premisa de Diablo III, por tanto, se presenta como ARPG basado en la idea de ‘mazmorrear, machacar monstruos y saquear tesoros’; una formula que en 1996 funcionó con Diablo, que se pulió en 2001 con Diablo 2 y que con Diablo III alcanza unas cotas ciertamente espectaculares. Blizzard rehuye de gráficos mastondónticos y entornos detallados hasta las más ridículas texturas y apuesta por entornos agiles, una alta jugabilidad, y diversión basada en machacar los controles mientras diezmamos hordas y hordas de enemigos.

Y es que en la empresa californiana son conscientes de que sus juegos están orientados hacia PC y por tanto deben ceñirse a un amplio abanico de ‘gamers’: desde aquellos con equipos moderados a auténticos devotos de la tecnología, cuyas consolas hacen palidecer de envidia a la PS3 y a la Xbox 360. Por eso mismo, desde perspectivas humildes, se trata de sacar el máximo provecho posible a unos gráficos simples, que casi parece estar dibujados, y buscar su espectacularidad, emocionando al jugador y creándole la sensación de que tiene el pleno control de este fantástico entorno de un aprovechamiento total de sus recursos.

Eso no significa que Blizzard no coquetee con el ramo de las consolas. Es posible que en un futuro veamos Diablo III en Xbox o PS3, aunque aún no se ha hablado tan siquiera de fecha concreta.

Ahora bien, a pesar de la propia humildad de los planteamientos de Blizzard, una valoración de su trabajo demuestra que a pesar de estos entornos y un desarrollo tan aparentemente simples, el propio marco de la historia y su presentación dota al juego de una gran espectacularidad.

Doblado al español

La idea de crear atmósferas adecuadas a sus historias es algo común para todos los juegos de la casa. En este aspecto Blizzard se ha cuidado mucho de buscar un buen elenco de actores de doblaje con el que dotar de voz y de personalidad a sus personajes, seleccionando solo a los mejores para dar vida al mundo de Santuario.

En un momento en el que las traducciones al castellano decaen debido a la crisis económica, Diablo III mima a los jugadores de todo el globo ofreciendo doblajes locales que acercan su historia de manera personal, atendiendo a las sensibilidades geográficas y lingüísticas de estos. Una cortesía que no todas las empresas tienen en mente, prefiriendo abaratar costes subtitulando al castellano.

Y es que la relación entre los jugadores y la compañía, es uno de los pilares del éxito de Blizzard, de ahí que durante todo su desarrollo, los responsables del proyecto hayan atendido a los foros y tomarán buena nota del feedback creado entre los usuarios y la empresa. Ideas de todo tipo ayudaron a orientar a cómo encajar esta nueva entrega.

Y es que sus desarrolladores son conscientes de que han pasado doce años desde que salió la última ampliación de Diablo 2, Lord of Destruction, y debían adaptarse a un amplio tipo de perfil de jugador: desde los recién llegados a la saga, hasta los más veteranos, que conocen mil y un trucos de las anteriores entregas.

Por ello, el elenco de protagonistas, cinco en total (con duplicidad de sexo, cada uno), es muy rico y variado y satisfará tanto a aquellos que buscan emociones y poderes nuevos, como a los que disfrutan con lo básico y primario que puede ser una refriega a espadazo limpio.

Así, por un lado, existe la posibilidad de jugar con el Bárbaro, un personaje físico, muy directo y de fácil manejo, y que fue la primera opción de muchos jugadores durante la Beta; y por otro está la posibilidad de dominar personajes más complejos y versátiles como el Médico Brujo o el Mago, una pareja de lanzadores de conjuros con algunas habilidades que recordaran enormemente a las del Brujo o a las del Mago de World of Warcraft (WoW).

Y en posiciones intermedias, el Monje y el Cazador de Demonios, clases que mezclan atributos de El Asesino, el Paladín y la Amazona de Diablo 2, y que requieren de un enfoque más sutil, pero no por ello demasiado complejo, y sí enormemente divertido.

Además, gracias a todo este largo tiempo de espera, y a su experiencia con Diablo 2 y WoW, los responsables del proyecto aprendieron mucho acerca de la relación entre jugadores. De ahí que en esta entrega el modo PvP y cooperativo vaya a potenciarse, sobre todo una vez salga el próximo parche, en el que habrá luchas de equipos de cuatro contra cuatro en arenas y nuevas sorpresas.

Debido a las tan conocidas prácticas irregulares en materia de subastas y comercio de objetos, se ha desarrollado un nuevo tipo de mercado de subastas públicas en el que se podrá comerciar con dinero real, que estará gestionado por la propia Blizzard para evitar fraudes y mercado negro. Una lacra que sigue siendo un estigma en el género de los juegos online.

Diablo III aúna por tanto lo mejor de los MMO y de los clásicos del ARPG. Diablo III no innova, sino que se retroalimenta de la veteranía de sus desarrolladores, destilando todo el saber hacer de una compañía como Blizzard, que ya es leyenda y sinónimo de artesanía en un mercado tan duro y competitivo como el de los videojuegos.

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