Un cemento que tiene como capacidad esencial emitir luz hasta por 12 horas fue creado por el doctor José Carlos Rubio, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), que se ubica en Morelia, capital del estado mexicano de Michoacán.
Considerado en la industria de la construcción como un material pasivo, con características como aglomerante y adhesivo y generalmente estructural, Rubio se dio a la tarea de «darle» al cemento blanco la capacidad y la funcionalidad de generar energía y, en este caso específico, dar luz.
«El objetivo del proyecto es atacar un nicho que estaba descuidado. En nuestro entorno los materiales tienen muchas posibilidades de generar energía y tienen más posibilidades y más funciones», dijo a Efe el investigador.
«Para esta investigación en específico pensamos en la posibilidad de iluminar una carretera, un camino, un estacionamiento, un patio o incluso una fachada de un edificio, y pensando en aplicaciones menores en un baño, en un piso o en una piscina», añadió.
En los estudios preliminares para saber si había alguna investigación relacionada con su tema, Rubio y su equipo detectaron que en la industria de la fotoluminiscencia la generación de este tipo de luz se enfocaba en la industria del plástico, de juguetes y aparatos eléctricos, «y la industria del cemento estaba abandonada y ahí radica su potencial».
Según el investigador, la producción anual de cemento a nivel mundial es unos cuatro billones de toneladas y este elemento, después del agua, es considerado el material más utilizado por la sociedad, por lo que es importante darle mayor funcionalidad.
«Capacidad de absorber luz»
Tras sus investigaciones Rubio decidió que su principal objetivo era hacer fosforescente el cemento, darle «cierta capacidad de absorber luz» y esa característica se obtiene mediante por un proceso de policondensación de materias primas.
«Buscamos que la luz penetre el material hasta cierto nivel. En el caso del cemento convencional, el portland, no tiene esa capacidad ya que cuando la luz llega a la superficie no penetra», explicó.
La absorción de luz que Rubio buscada darle al cemento, la principal modificación y contribución a la tecnología, era parcial y no total; no trataba de hacer el cemento transparente, pero sí cambiar esa posibilidad en su interior.
Para ello modificaron las características del cemento para que absorbiera «hasta ciertos nivel de su superficie energía y luz, las ondas electromagnéticas, para que se cargara y posteriormente pudiera emitir luz».
El especialista en materiales por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Unidad Querétaro, indicó que cualquier fuente de luz que el material reciba es capaz de «cargar» al cemento.
Pero cuanto mayor sea el nivel de intensidad es mejor, y en este caso la luz solar cumple con esa capacidad además de que en su espectro abarca la luz ultravioleta, la de más provecho para sus propósitos.
Mediante la modificación que le practicó al cemento, Rubio evitó la deformación, decoloración y cristalización que se da regularmente en la industria del plástico, y de paso le dio fortaleza a su cemento, el cual tendrá una duración de 100 años ya que la radiación solar no le hace absolutamente nada.
«Una vez que el material se carga por un periodo de 10 a 12 horas tiene la posibilidad de emitir luz, comenzando con una luz intensa que luego va disminuyendo gradualmente por periodos de 8 a 12 horas, dependiendo de la calidad del material y de la intensidad de carga», apuntó.
El diseño de Rubio y su equipo de trabajo ya tiene una patente otorgada a la Universidad Michoacana por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial y esperan registrar dos o tres más que se derivan de este mismo trabajo, pero con otros materiales.
Entre otras, Rubio ha recibido propuestas para tener distribuidores o agentes de ventas en Argentina, Brasil, Chile y España, donde están interesados en su aplicación en carreteras.
EFE