viernes, noviembre 22, 2024
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Desarrollan un sensor con nanopartículas de oro para detectar la COVID-19

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Los investigadores del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Nanociencia (Imdea-Nanociencia), cuya creación en 2006 fue financiada por la Comunidad de Madrid y el Gobierno central y tiene su sede en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), están desarrollando un test que identificaría la presencia del SARS-CoV-2 mediante “diminutas” partículas de oro con ADN, explica el Imdea en un comunicado.

La financiación recibida, en el marco de los proyectos respaldados por el Instituto de Salud Carlos III ante la pandemia de la COVID-19, permitirá estudiar las capacidades de las nanopartículas de oro, donde van ancladas cadenas de ADN capaces de detectar la secuencia específica del gen RdRP presente en el virus SARS-CoV-2, así como el gen E, común a todos los coronavirus.

De momento en el estudio no se han utilizado muestras reales del coronavirus, si no modelos y secuencias análogas al ARN del patógeno, incluyendo una copia sintética del gen RdRP, según matizan los investigadores.

Cuando los prototipos estén listos, científicos del Instituto de Salud Carlos III los probarán con secuencias procedentes de virus reales, primero atenuados y luego usando directamente muestras de pacientes infectados.

La idea es implementar la técnica en tres sistemas de amplificación o diagnóstico a la vez para ir reduciendo el uso de equipos, el personal altamente especializado y los reactivos que se requieran «de la forma más rápida posible», apuntan los autores del estudio.

También insisten en que esta técnica será “rápida y sencilla” en los procedimientos de diagnóstico, lo que facilitará que se pueda emplear en hospitales y centros de salud, ya que los resultados se reflejan con un cambio de color en los viales que puede ser observado “por cualquier profesional y en pocas horas”.

El centro de investigación ya está en disposición de preparar nanopartículas, oligonucleótidos como el ADN (con una secuencia idéntica a la del ARN del virus pero preparada en ADN porque la interacción es más fuerte y la respuesta mejor) y tiras de nitrocelulosa a una escala pequeña.

No obstante, los firmantes del trabajo consideran que en el futuro podrían producirlas en cantidades mayores, llegando a los 5000 sensores a la semana, mediante procesos escalables industrialmente.

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