Los resultados de esta investigación con 2.773 pacientes se publican en la revista The Journal of the American College of Cardiology (JACC) y, según sus autores, estos hallazgos podrían aportar una nueva visión sobre cómo tratar y manejar a los pacientes con coronavirus una vez que ingresan en los hospitales.
El trabajo está dirigido por Valentín Fuster, director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), en Madrid, y del Instituto Cardiovascular Monte Sinaí de Nueva York (Estados Unidos).
«Este trabajo demuestra que los anticoagulantes (fármacos que ralentizan la coagulación de la sangre), administrados por vía oral, subcutánea o intravenosa, pueden desempeñar un papel importante en el cuidado de los pacientes con COVID-19 al prevenir posibles eventos mortales asociados con el coronavirus, como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y embolia pulmonar», asegura Fuster.
En su opinión, «el uso de los fármacos anticoagulantes se debe considerar cuando los pacientes ingresan en urgencias y han dado positivo por COVID». Sin embargo -reconoce-, cada caso debe evaluarse de forma individualizada para tener en cuenta el riesgo potencial de sangrado o de predisposición a las hemorragias.
En una nota, el CNIC detalla que una de las principales complicaciones que dificulta el manejo de los pacientes con COVID-19 es la formación de trombos o coágulos de sangre que puede provocar eventos tromboembólicos potencialmente mortales.
Un reciente estudio, también publicado en JACC, explicaba que la respuesta inflamatoria que provoca el virus favorece la aparición de trombosis venosa o arterial, así como de lesión miocárdica, miocarditis y arritmia.
Sus autores señalaban que las personas infectadas por el coronavirus tienen un mayor riesgo de padecer una enfermedad tromboembólica venosa (ETV, trombosis venosa y embolia pulmonar).
Las razones, según este trabajo, era que estos pacientes presentan parámetros de coagulación de la sangre anormales o tienen niveles de D-dímero muy elevados, un marcador de riesgo de ETV.
Ahora, los investigadores del Centro de Informática COVID Monte Sinaí han evaluado los datos de 2.773 pacientes con COVID-19 que fueron ingresados en cinco hospitales del Sistema de Salud Monte Sinaí en Nueva York, entre el 14 de marzo y el 11 de abril de 2020.
En aquella fecha, médicos de los hospitales Monte Sinaí, ante las sospechas de la estrecha relación entre la COVID-19 y los problemas de coagulación, decidieron administrar anticoagulantes a algunos de los pacientes, explica Fuster.
Gracias a eso, ahora se ha podido hacer este estudio observacional con 2.773 pacientes, de los que 786 (28%) recibieron anticoagulación; los resultados muestran que este tratamiento se asoció con una mejor supervivencia hospitalaria entre los pacientes, tanto dentro como fuera de la unidad de cuidados intensivos.
Para demostrar esa mayor supervivencia, los investigadores analizaron distintas variables.
Por ejemplo, constataron que la terapia con anticoagulación tuvo un efecto más pronunciado en los pacientes que precisaron ventilación asistida: así, el 62,7% de los pacientes intubados que no fue tratado con anticoagulantes falleció, en comparación con el 29,1% de los pacientes intubados tratado con anticoagulantes.
Según los investigadores, esto puede sugerir que los pacientes con enfermedades más graves pueden beneficiarse de los anticoagulantes desde los primeros momentos.
Además, se fijaron en los que no sobrevivieron y en el tiempo que tardaron en fallecer: de aquellos que no sobrevivieron, los tratados con anticoagulantes fallecieron después de pasar una media de 21 días en el hospital, en comparación con los pacientes sin tratar con estos medicamentos, que murieron después de una media de 14 días en el hospital.
Asimismo, se observó que el tratamiento con anticoagulantes no aumentó de manera significativa el riesgo de eventos adversos en forma de sangrados.
«Como cardióloga que ha estado en servicio atendiendo a pacientes con COVID durante las últimas tres semanas, he observado un aumento en la cantidad de casos de trombos de sangre entre personas hospitalizadas, por lo que es fundamental demostrar si los anticoagulantes tienen beneficios», apunta Anu Lala, de la Escuela de Medicina Icahn en Monte Sinaí.
Para Fuster, este es un trabajo observacional «muy interesante», que si bien hay que validar con más investigaciones, demuestra que los pacientes tratados con anticoagulantes tienen un mejor pronóstico vital sin incrementar el riesgo de hemorragia.
En este sentido, señala que el siguiente paso es un estudio con 5.000 pacientes de COVID para evaluar la efectividad de los anticoagulantes que se prescriben actualmente y calcular la dosis; en unas semanas se podrían tener los primeros resultados.
Estrella Digital