viernes, noviembre 22, 2024
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Cinco megatsunamis provocaron olas de hasta 290 metros en Canarias

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Durante el último millón de años, gigantescos deslizamientos de tierra y, ocasionalmente, erupciones volcánicas explosivas han provocado al menos cinco megatsunamis en Tenerife, Lanzarote y Gran Canaria que, en esta última isla, habrían generado olas de hasta 290 metros en Agaete.

Son las conclusiones de una nueva publicación científica liderada por Mercedes Ferrer, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), y Luis González de Vallejo, director de Riesgos Geológicos del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), que han indagado sobre los megatsunamis generados por grandes derrumbamientos de los flancos de los edificios volcánicos insulares de Canarias.

Este trabajo, que ha sido publicado en la revista «GeoHazards», presenta nuevas evidencias geológicas y datos geocronológicos de al menos cinco megatsunamis en Tenerife, Lanzarote y Gran Canaria, provocados por enormes deslizamientos de tierra en los flancos de islas y, ocasionalmente, erupciones explosivas durante el último millón de años.

Según los resultados de la edad global de los depósitos, las principales fuentes de tsunamis en las Islas Canarias durante el último millón de años pueden haber sido megadeslizamientos que afectaron los flancos del edificio volcánico de Tenerife donde, al menos, siete grandes eventos han ocurrido en este período: uno en el valle de Icod, tres en La Orotava, dos en Güímar y uno en Micheque.

Los principales resultados se han obtenido de las investigaciones geológicas, geomorfológicas, paleontológicas y geocronológicas realizadas sobre los depósitos de tsunamis identificados en las tres islas citadas, así como de sus posibles zonas de origen y frecuencia.

Para ello se han identificado y descrito en detalle depósitos marinos fosilíferos compuestos por conglomerados caóticos en varios sitios de Tenerife (Teno e Isla Baja), Gran Canaria (Agaete) y Lanzarote (Piedra Alta).

En todos ellos, rasgos sedimentológicos, geomorfológicos y paleontológicos comunes indican inequívocamente que los generó un tsunami, afirman los investigadores.

De acuerdo con las determinaciones de edad y relaciones estratigráficas de los depósitos investigados, se han producido al menos cuatro a cinco eventos de tsunamis (o hasta seis si se consideran los dos tsunamis sucesivos en Icod como eventos individuales), y algunos de ellos presentan «varios pulsos de inundación».

Los investigadores realizaron un total de 144 determinaciones de edad, de las cuales 105 corresponden al análisis de racemización de aminoácidos, 35 a la datación en corales y cuatro a la técnica de termoluminiscencia.

Los resultados generales muestran que los depósitos de tsunami fueron emplazados durante el Pleistoceno medio, con una edad menor de 168.000 años para Teno e Isla Baja, entre 140.000 y 200.000 en Agaete y dentro del intervalo de edad 154.000-221.000 en Piedra Alta.

Las alturas máximas de ascenso de tsunamis asociadas con estos depósitos se han calculado de acuerdo con su elevación actual, edades estimadas y la posición del nivel del mar coetáneo, continúan los investigadores, que proponen corridas máximas de ola de tsunami de 180 y 270 metros para Teno e Isla Baja, respectivamente; 290 metros para Agaete y 125 para Piedra Alta.

Las olas del megatsunami se atribuyen, por tanto, a grandes deslizamientos de tierra en los flancos de los edificios volcánicos de Canarias y para la investigación se intentaron establecer relaciones entre los depósitos de tsunamis y los posibles deslizamientos de tierra de origen, en función de sus edades estimadas y distribución espacial.

La edad de los depósitos de tsunamis de Teno e Isla Baja (aproximadamente 168.000 años) está en el mismo rango del deslizamiento de tierra del flanco de Icod y la erupción explosiva subsiguiente (165.000-175.000 años), lo que muestra una fuerte correlación entre el deslizamiento de tierra o evento volcánico y las inundaciones del tsunami de la costa norte de Tenerife.

Esto también se apoya en las características litológicas y sedimentológicas específicas de los depósitos, precisan los investigadores.

Pero también añaden que los datos geocronológicos disponibles para los depósitos del tsunami de Agaete y Piedra Alta impiden el establecimiento de correlaciones bi-unívocas confiables con las fuentes potenciales de deslizamientos de tierra.

En el caso de Agaete, se han propuesto edades menores de 1,75 millones de años (según la edad de las lavas subyacentes), o entre 160.000 y 180.000 años, según los resultados del análisis de racemización de aminoácidos y la termoluminiscencia.

Estos resultados apuntan una posible relación con la edad admitida para un solo deslizamiento de tierra en Güímar (alrededor de 830.000 años o más). Sin embargo, la presencia de al menos tres depósitos de tsunamis diferentes en Agaete sugiere que pueden haberse generado deslizamientos de tierra más recientes dentro del valle de Güímar.

Los marcadores paleontológicos y biogeográficos de los depósitos de Piedra Alta sugieren un rango de edad para su emplazamiento entre aproximadamente 400.000 y 500.000 años, lo que es compatible con el intervalo de edad para los deslizamientos de tierra en el valle de La Orotava (de 500.000 a 560.000 años).

Considerando la frecuencia de megadeslizamientos de tierra durante el último millón de años en Canarias, con posiblemente varios de ellos superpuestos en el mismo flanco de isla, se puede afirmar que los eventos de tsunami correlativos también han ocurrido con una frecuencia relativamente alta durante el Pleistoceno Medio en el archipiélago, con un intervalo medio de 80.000 años, concluyen los investigadores.

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