viernes, noviembre 22, 2024
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Los centros de salud se reinventan para afrontar la COVID-19

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«El cambio en nuestra organización ha sido radical» para intentar que los pacientes «no vinieran al centro y estuvieran confinados en sus domicilios», explica la doctora Marisa Rogero, directora del Centro de Salud General Ricardos de la capital, que ha abierto sus puertas a Efe para mostrar su trabajo en la actualidad.

En este centro atienden 1.400 llamadas diarias pese a que llegaron a tener, «en los peores momentos», al 25 % de sus profesionales de baja.

En total, los 430 centros de Atención Primaria madrileños suman casi 4 millones de asistencias prestadas en el último mes, de las cuales 1,9 millones fueron consultas presenciales, 1,8 millones seguimientos telefónicos y más de 103.700 atenciones en el domicilio, según la Consejería de Sanidad madrileña.

Actualmente 19.599 pacientes están bajo seguimiento domiciliario por Atención Primaria en la Comunidad de Madrid y el total acumulado desde el inicio de la pandemia asciende a 265.236.

«Además de aumentar muchísimo la atención telefónica, hemos tenido que formarnos y aprender cómo hacerla bien. También tuvimos que separar los espacios para atender a pacientes con sospecha de síntomas respiratorios en una zona totalmente aparte», cuenta la doctora Rogero.

«Ha sido una completa locura, un día una instrucción y otro día otra, pero trabajando todos en equipo hemos conseguido dar asistencia, fundamentalmente telefónica, a todos», incluidas tareas de acompañamiento y resolución de dudas para personas con situaciones personales «muy dolorosas», explica.

El coronavirus ha cambiado la forma de trabajar en los centros de salud, que poco a poco van recuperando la normalidad ante la bajada de la presión asistencial. Este fin de semana, por ejemplo, dejarán de abrir como venían haciendo hasta ahora algunos de ellos desde hace más de un mes.

La directora del Centro de Salud General Ricardos augura no obstante que «lo que va a cambiar a corto plazo es la manera de acceder a las consultas en los centros».

«A día de hoy no podemos volver a las citas a demanda y tener centros llenos en salas de espera y en zonas de entrada», advierte.

Por ello, «se va a seguir filtrando mucho desde el área administrativa y atendiendo por teléfono para evitar aglomeraciones que no pueden producirse a corto plazo».

Para la responsable de Atención al Usuario de este centro, Carmen Cuesta, el día a día está siendo «algo difícil por las continuas reorganizaciones en función del número de profesionales que hay en cada momento», ya que además de las bajas algunos han sido enviados temporalmente al hospital de campaña de Ifema.

«Somos la puerta de entrada, el primer canal para poner al usuario en contacto con su profesional», y se han agilizado los trámites administrativos, por ejemplo dando de alta a recién nacidos por teléfono, detalla Cuesta.

«La gente está bastante asustada y baja de ánimo. Intentamos tranquilizarles y en ocasiones hemos tenido que hacer un poco de psicólogos», relata.

El enfermero Javier Calvo participa en una de las Unidades de Apoyo Domiciliario (UAD) creadas específicamente durante la pandemia y que han sido reconocidas por la directora del centro porque «se han prestado a hacer un trabajo que nunca hacían», en palabras de Rogero.

Esta atención domiciliaria ha sido reforzada con la ayuda de taxistas y conductores VTC.

Hay dos equipos, uno de mañana y otro de tarde, que van a los domicilios atendiendo «primero las curas y por último a pacientes con sospecha de COVID-19» para lo cual se tienen que vestir con equipos de protección individual (EPI), explica Calvo.

«Ha sido un mes y medio de trabajo bastante arduo e intenso, pero la valoración es buena, estamos haciendo lo mejor que podemos. Cuando vamos a un domicilio, lo más normal es que nos apoyen y nos den las gracias», sostiene este enfermero.

En el laboratorio del centro de salud, «las extracciones de sangre han caído de 175 diarias a 30-35 analíticas», explica la técnico Mercedes Moreno, que tras recoger las muestras y enviarlas al laboratorio, se ocupa de tener preparados los EPI para los profesionales del centro.

Por su parte, la enfermera Yolanda Rodríguez se encarga de hacer pruebas PCR puntualmente a algunos sanitarios y también de llamar a los pacientes aislados en casa a los que pregunta por su temperatura, si tienen tos o dificultad respiratoria, para actuar en consecuencia según su evolución.

Otro eslabón de la cadena de profesionales del centro es la limpiadora Mercedes Centeno que se encarga de la desinfección del área de COVID y también de «estar pendiente de los pacientes y de dónde pongan sus manos», cuenta esta venezolana, «orgullosa» de prestar este servicio. 

 

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