Fuster ha participado esta tarde en una videoconferencia organizada por el Círculo Ecuestre junto al jefe de servicio de Cirugía Torácica del Hospital Clínic y Sagrado Corazón de Barcelona, Laureano Molins.
El cardiólogo afincado en Nueva York ha explicado que, dada la situación de emergencia vivida en los hospitales, la «intuición» ha sido una de las principales armas de los médicos para frenar al virus.
Y a través de ella, Fuster optó por suministrar anticoagulantes a los enfermos por coronavirus y, tras unas semanas de observación, ha llegado a la conclusión de que su uso sirve para disminuir el impacto del virus en las personas.
Todo ello lo explicará con mayor detalle en un artículo que publicará próximamente, ha afirmado.
A juicio de Fuster, una de las claves en la lucha contra el virus ha sido la gestión del tiempo, y en este sentido ha lamentado que los Estados Unidos hayan actuado «tarde», en contraposición a los casos de Nueva Zelanda e Islandia, según él los más exitosos del mundo.
Ha defendido que, pese a que el virus ha desencadenado «una guerra mundial biológica, la humanidad logrará salir de esta crisis «positivamente» y con más «unión».
Otra de las enseñanzas del virus ha sido la «lección de humildad» que ha dado a los científicos -«ha demostrado lo poco que sabemos»-, si bien Fuster ha señalado la «paradoja» siguiente: «Los científicos debemos ser muy humildes, pero se nos debe escuchar más».
Finalmente, Fuster ha alertado sobre el «impacto psicológico» que tiene el coronavirus en los sanitarios que lo han combatido, pues según sus datos hasta el 40 % pueden sufrir problemas mentales como depresión pasados unos días.
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