Según ha informado este sábado el CSIC, son las denominadas «proteínas desordenadas», más versátiles que las proteínas comunes, y capaces de tener una mayor influencia en las redes reguladoras que determinan la actividad de las células, por lo que conocerlas puede servir para establecer nuevas formas de atacar al coronavirus.
Para observar estas proteínas desordenadas, -no visibles mediante técnicas habituales-, un equipo de investigadores del Instituto de Química Física Rocasolano (IQFR-CSIC) utilizarán la espectroscopía de resonancia magnética nuclear.
Un proyecto del CSIC busca desentrañar las proteínas más desconocidas del coronavirus.
Empleará la espectroscopía de resonancia magnética nuclear para estudiar las proteínas desordenadas del SARS-CoV-2, que podrían revelar vías para bloquear el virus.
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El investigador Douglas V. Laurents (IQFR-CSIC), quien dirige el proyecto junto a su colega Miguel Mompeán, ha señalado que una enzima es una proteína que tiene un «sitio activo exquisitamente ordenado» para catalizar reacciones bioquímicas.
Este ordenamiento espacial de sus átomos es lo que permite que una enzima concreta lleve a cabo una reacción bioquímica y no otra, ha añadido Mompeán, quien apunta que existe otra clase de proteínas, intrínsecamente desordenadas, que carecen de una estructura bien definida.
«Esta falta de estructura les otorga una mayor versatilidad y permite la interacción con múltiples proteínas, convirtiéndolas en elementos esenciales de las redes reguladoras en eucariotas (como las células humanas)», prosigue.
Para Lurents, las proteínas desordenadas actúan como el «software» de una fábrica informatizada capaz de realizar múltiples funciones, por lo que, gracias a esta versatilidad, no sorprenden que los virus eucariotas tengan también proteínas intrínsecamente desordenadas para «hackear las redes regulatorias o defensas de la célula huésped».
El coronavirus SARS-CoV-2 está constituido por unas 30 proteínas, la mayoría de las cuales cuentan con una estructura y función bien definida, determinadas casi en su totalidad por cristalografía de rayos X o microscopía crioelectrónica.
Sin embargo, las proteínas desordenadas restantes no pueden estudiarse por estos métodos, lo que supone un impedimento para la caracterización completa del SARS-CoV-2, dado que el número limitado de proteínas que componen el virus sugiere que todas pueden representar importantes dianas terapéuticas.
El objetivo no es únicamente aumentar nuestra comprensión de cómo funciona el virus, han detallado Laurents y Mompeán, sino también usar el conocimiento generado para el desarrollo de moléculas que actuarán como «parches de software» e impedir así que las proteínas víricas desordenadas interactúen con las nuestras.
Estrella Digital