Esta estrategia, según los investigadores, que han publicado su trabajo en la revista ‘BMC Medicine’, podría facilitar la vigilancia epidemiológica en entornos escolares.
La codirectora del estudio, Carlota Dobaño, ha explicado que una de las cuestiones más apremiantes durante esta pandemia ha sido determinar la susceptibilidad de la población infantil a infectarse por SARS-CoV-2 y su capacidad para infectar a otros.
«Uno de los obstáculos para contestar esta pregunta es que la mayoría de infecciones en esta población son leves o asintomáticas, y por lo tanto pueden pasar desapercibidas y para establecer si alguien ha estado expuesto al SARS-CoV-2 en el pasado es necesario buscar anticuerpos específicos del virus en la sangre», ha aclarado.
Sin embargo, para hacer este tipo de estudios en población pediátrica se necesitan técnicas sensibles, capaces de detectar niveles bajos de anticuerpos, y poco invasivas, para poderlas hacer con cierta frecuencia.
En el estudio liderado por Dobaño (ISGlobal) y Iolanda Jordan (HSJD), usaron saliva, en vez de sangre, para medir anticuerpos frente al virus en más de 1.500 niños y niñas y en 400 personas adultas que participaron en campamentos y actividades de verano el año pasado en diferentes centros de Barcelona.
Los investigadores analizaron dos muestras de saliva por cada participante, al inicio y al final del campamento, y midieron diferentes tipos de anticuerpos (IgG, IgA e IgM) frente a diferentes antígenos virales.
Los resultados indican que el 3,2% de los participantes desarrollaron anticuerpos entre las dos tomas de muestra, lo cual refleja nuevas infecciones, una cifra seis veces mayor que la tasa de infección estimada por las pruebas de PCR hechas cada semana.
«Hemos visto que algunos menores pueden ser positivos en anticuerpos a pesar de ser negativos por PCR, lo cual sugiere que la población infantil es capaz de generar una respuesta inmune que evita que la infección se establezca», ha concluido Dobaño, primera autora del estudio.
«También puede deberse a que los niños asintomáticos tienen cargas virales más bajas, o que eliminan el virus más rápidamente», ha puntualizado.
Asimismo, el análisis muestra que el porcentaje de nuevas infecciones fue mayor en la población adulta (2,94%) que en la infantil (1,3%), lo cual sugiere diferencias en la dinámica de infección y transmisión viral.
Al contrario de lo que se ha visto en sangre, las personas asintomáticas tenían niveles más elevados de anticuerpos anti-Spike en saliva, lo cual sugiere un papel protector de dichos anticuerpos en mucosas respiratorias.
«Esto significa que los anticuerpos anti-Spike en saliva podrían servir para medir la inmunidad protectora generada tras la vacunación, particularmente en el caso de vacunas intranasales», ha señalado Gemma Moncunill, coautora del estudio.
«Ya habíamos demostrado en otros estudios que la saliva es una muestra útil para detectar la presencia del virus por PCR. Con este estudio, demostramos que también representa una manera eficaz y mucho más amable para medir anticuerpos, por lo que representa la muestra ideal en pediatría, en vez del molesto frotis nasofaríngeo», ha comentado Jordan.
EFE
Estrella Digital