domingo, enero 19, 2025
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Fantin-Latour

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La exposición de Fantin-Latour en el Museo Thyssen Bornemisza es todo un descubrimiento artístico. No así la de Lágrimas de Eros que es una decepción y ya hablaremos de ella en otra ocasión.

Henri Fantin-Latour (1836-1904) aparece entre nosotros gracias a la exposición con otros ojos. Antes estaba olvidado o aparecía solo entre otros, en las muestras colectivas, temáticas, argumentales.

Como vivió en el tiempo en que se hicieron famosos sus amigos los impresionistas. Estos le taparon con el ruido que hacían con sus posiciones radicales. Los conocía bien y trabajó en paralelo con ellos. Sin embargo no llegaron a encontrarse.

Unos quedaron como camino de renovación hacía las vanguardias, mientras Henri Fantin-Latour sigue sus propios instintos, una pintura realista y llena de ensoñaciones post románticas.

Su visión es la de una tímida mirada sobre las cosas que pasan. Émile Zola dijo del pintor que sus obras ‘no provocan una atracción inmediata. Es necesario observarlas detenidamente, introducirse en ellas para que su conciencia y la sencillez de su verdad nos atraigan completamente y nos atrapen’.

La cita es larga, es cierto que sin embargo es necesaria para entenderle a Henri Fantin-Latour. Es como si necesitáramos una segunda mirada sobre sus cuadros, sobre el conjunto de su obra. Es más creo que hay que irse al museo dos o más veces para apreciar su calidad.

Siguió los cánones del clasicismo decimonónico. Estuvo siempre metido entre el realismo y las ensoñaciones de los románticos. Y no encajó entre sus contemporáneos ni en los istmos en los que se movieron. Por eso fue inclasificable, al margen de la moda, tanto que la mayoría de su producción se vendió en Inglaterra y muchos cuadros de esta muestra provienen de la Gran Bretaña.

Como post romántico buscó representar la realidad que se ve desde una posición que no puede uno imaginarse. Para eso se apoya en las atmósferas que son de un efecto óptico inmediato, los flous sirven para matizar el realismo con detalles llenos de sentido, sentimiento. Sorprende también su ‘colocación’ de los colores que utiliza.

Ejemplo de todo esto es el de sus bodegones como Capuchinas dobles (1880) un prodigio de armonía. Con ella explora el intimismo, por eso busca los interiores cerrados tanto en sus naturalezas muertas y en sus retratos.

Su obra más conocida antes de esta exposición fue y ha sido Un rincón de la mesa (1872) sobre todo por recoger a algunos de los simbolistas franceses más importantes como fuero los poetas Verlaine y Rimbaud.

Los retratos, la composición son impecables. Pero también lo son los detalles que aparecen, como son los del vértice del lado derecho y abajo. Las copas de vino, los cestos de frutas y flores, el color en suma que da ligereza frente a la gravedad de los retratos.

Henri Fantin-Latour fue academicista y un ejemplo son las copias de cuadros clásicos que cuelgan en el Museo del Louvre. El se fijó en los más grandes de este estilo, en Rubens, en Tiziano, en el Veronés. Y el los reinterpretaba como escenas, de grupo, románticas, sobre la realidad (es un decir) mitológica.

La muestra en el Museo Thyssen Bornemisza recoge 70 piezas de su producción y ha sido comisariaza por Vincent Pomarède.

El artista se retrató más de 50 veces en pinturas, dibujos y grabados. En ellos e ve la pericia técnica que tuvo. Y también la rapidez con la que podía trabajar. Otra de las características de su producción fue siempre (casi) utilizando la fórmula del claro oscuro y los fondos siempre los coloca en las penumbras.

A partir de 1864 hizo también una gran cantidad de alegorías musicales, como es la de Berlioz (1876) que es magnífica, seguramente porque me gusta este músico. Y llama en ella la atención la tristeza blanca de la Musa que llora la muerte del músico.

Sus retratos están bien, muy bien, son buenos y bonitos. Como es el de Las bordadoras (1859). Con un dominante negro, el cuadro está a oscuras. Una lee y la otra tiene la mirada perdida, ensimismada, envuelta en pensamientos.

Los retratos son bonitos. Esa definición no es una descalificación, es un mérito. Como el ejemplo titulado La lectora (1879). O son delicados como el retrato de Mme. L.M (1882) con un abanico azulón en el pecho y además tiene un cojín rojizo que destaca sobre el fondo en la composición del cuadro.

El retrato de Mr y Mme Edward es muy bonito (hay otro retrato en la muestra de la dama) ella está sentada, el mira con atención un pliego. Los detalles, los detalles siempre son importantes en un cuadro, son significativos. La camisa de ella y la barba de el. También los pliegos de la carpeta que está al lado.

Por eso digo que la obra de Fantin-Latour en el Thyssen Bornemisza es para verla en una segunda mirada, tercera, infinita. Una gozada. Para un ojo agradecido su obra resulta gozosa y sorprende a todos los visitantes del Museo.

Fantin –Latour (1836-1904)

Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Comisario Vincent Pomarède.

Hasta el 10 de Enero de 2010 www.museothyssen.org

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