Joaquín Sabina acaba de publicar Vinagre y Rosas. Hace, sin trampa ni cartón, de si mismo y por eso nos gusta a todos.
Este disco acaba con un lustro de silencio del cantante. Ya no es el de 19 días y 500 noches (1999) ni tampoco el de sus dos últimos, los anteriores a este.
Sabina, el Sabino de todos, tiene ya 18 discos entre nosotros. Desde que empezara en 1978 ya han pasado 31 años. Ha hecho en este tiempo quince discos de estudio y ha hecho con sus trabajos de casi todo para que el sea el de siempre, el mismo y en consecuencia sea de todos.
En Vinagre y Rosas ha hecho 14 canciones de las que diez son hechas con la colaboración del escritor Benjamín Prado. Una es de Luis García Montero y otra más de Violeta Parra.
Además están en el disco los componentes de Pereza con Tiramisú de limón, el que firma su música es Leiva. Es un acordeón que suena, suena acústico y suena porteño. Eso solo es el principio ya que desde ese inicio se transforma en un rock espectacular. Todo muy al estilo de Sabina.
tiene tonos autobiográficos. Y en Blues del alambique es una autocita de Calle Melancolía. Hay tres homenajes que son Ay! Carmela que está dedicado a su hija y es texto lo más bonito del disco. Menosdos alas de homenaje al poeta Ángel González cantado a la manera elegíaca. También homenajea a Violeta Parra con Violetas para Violeta.
En el disco están sus músicos de siempre dirigidos por Pancho Varona y hay colaboraciones de Joan Manuel Serrat, el futbolista Guti y Antonio García de Diego.
La música de Sabina es rock urbano y está aquí dentro. Sus poesías, su visión de mundo de sarcasmos imaginados, están aquí dentro y por eso todos los que le queremos como público y personaje, estamos contentos. Sabina hace más de lo mismo. Es de todos, es nuestro.
Joaquín Sabia
Vinagre y rosas
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