es una película hecha por el viejo maestro que es Martin Scorsese, al estilo antiguo, de otros tiempos. Y como le gusta al director utiliza varios estilo diferentes en la narración de las cosas que pasan en donde nada es lo que parece…o si.
Parece que hay tres películas en una y un solo director verdadero. En la primera hay una narración policíaca. A continuación hay un relato gótico alrededor de oscuros experimentos del cerebro. Termina todo con un thriller sicológico para que nos desconcierte a todos los espectadores dándole la vuelta de tuerca a lo que se estaba contando. Pues bueno.
Tanto es así que los personajes aparecen y desaparecen en cada tramo narrativo (y estético). Un guardia del penal siquiátrica que parece que será fundamental al inicio no sigue y es sustituido por otro parecido pero que no es igual y que le añade una intriga adicional a los hechos.
Y este esquema añade valor a las cosas, al intento obsesivo de encontrar la verdad, de desmadejar el nudo gordiano y que llevará a que los espectadores no se muevan, no respiren, no tengan más que ojos para la pantalla y los dramas que viven un grupo de pirados internados en la institución mental.
tiene multitud de guiños dados a los cinéfilos y al cine clásico. Es algo habitual a Martin Scorsese y también a los que cultivan el cine de ‘género’.
Hay elementos del thriller, del relato gótico, del carcelario, del cine dedicado a los locos y a las prisiones que tienen un pabellón para los que tienen pájaros en la cabeza. Como si todo ocurriera tran la puerta cerrada.
La cámara vuela, la oscuridad esconde a raros personajes que, nos dicen, han hecho cosas malas. La música de Robbie Robertson enfatiza las cosas y la fotografía marca detalles, objetos, cosas, frases.
Todo está al servicio de las trampas narrativas que las hay y que son deliberadas y el relato tiene multitud de detalles que van dando datos para que nos vayamos haciendo una composición de lugar. Eso si nada es lo que parece…o es así como lo van contando.
Como ocurre por ejemplo con Mark Ruffalo, compañero en la policía federal de Leonardo DiCaprio del que no conocemos ninguno de los detalles de su pasado ni de las cosas que les ha llevado hasta a aquella isla fortaleza en la que pasan cosas extrañas.
La ficción es potente como son siempre las novelas de Dennis Lehane. Y la dirección de Martín Scorsese es eficaz, al estilo de la historia, de las tres historias fundidas en una, a la magnificencia narrativa y va haciendo que se dosifiquen las cosas, la intriga.
La sospecha y los efectos especiales que usa parecen hechos en los años cincuenta del siglo pasado, como si hubiera encontrado una película antigua. Y la pone al día con unos ciertos retoques digitales para estrenarlo ante sus contemporáneos.
Y la historia como va de siquiatras que defienden nuevos métodos anti para curar a los locos, la acción ocurre en el año 1954 cuando se encerraba a la gente de por vida o se le practicaba la lobotomía. De esta forma y manera todos los crímenes tienen un contexto. Todo es fondo y forma y la envoltura que utiliza el director para enseñar lo que cuenta es brillante. Pues eso.
Shutter island
Director: Martin Scorsese.
Guión de Laeta Kalogridis basado sobre la novela de Dennis Lehane.
Fotografía: Robert Richardson
Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Mark Ruffalo, Ben Kingsley,..
2010, USA. 138 min. www.shutterisland.es