Uno de los grandes narradores españoles, Juan Eduardo Zúñiga, experto en lenguas eslavas y en literatura rusa, publica Desde los bosques nevados. Memoria de escritores rusos (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores), donde rinde su particular homenaje a autores como Pushkin, Turguénev o Chéjov. Este ensayo narrativo sobre los grandes maestros del XIX, presentado en Madrid este miércoles, analiza y comenta la vida y la relación con la literatura de autores que marcaron un antes y un después en la historia de la literatura universal.
Explica Juan Eduardo Zúñiga (Madrid, 1929) que su pasión por la literatura rusa comenzó al final de su infancia, cuando por casualidad leyó Nido de nobles, de Iván Turguénev. “Este libro me impactó mucho porque fue la primera obra de adultos que leí, una obra bellísima, que me abrió a una Rusia antigua y remota”, explica sobre el autor de Padres e hijos, un escritor que hoy en día sigue siendo muy estudiado y que “parece nuestro contemporáneo por su manera de describir los conflictos de las conciencias”.
Con un elevado tono poético, Zúñiga recupera en las páginas de Desde los bosques nevados toda la riqueza literaria de la “vida antigua de los escritores rusos, transcurrida en aquellos campos brumosos, en aquellas innumerables aldeas…la vida irremediablemente desaparecida que Pushkin, Turguénev, Chéjov y cientos de otros escritores han pintado con tanta exactitud”, según escribió el novelista Yuri Libedinski y recoge el autor madrileño en el prólogo de esta obra.
Para el también escritor Luis Mateo Díez, que presentó el libro de Zúñiga, hablar de literatura rusa del XIX es hablar de “unos autores que abordaron la grandeza del mundo y la complejidad del ser humano desde su posición particular”. Para Zúñiga, una de las grandes virtudes de este grupo de narradores es que estuvieron “pegados a su época, a su país y a sus problemas éticos”. Este libro, añadió Luis Mateo Díez, es “un viaje, una inmersión en la memoria de los escritores y un homenaje a la lengua rusa, de la que Zúñiga es un gran conocedor, así como del alma rusa, que está llena de matices al ser un país que linda con Oriente”.
Fuerte presencia de la mujer en la narrativa rusa
Estos pequeños relatos ensayísticos cuentan al lector temas como el anillo de Pushkin, que le entregó una amante tras una noche de amor y que acabó, con el tiempo, en manos de otro gran maestro, Turguénev, gran admirador de Pushkin; la historia de Chéjov y las gaviotas, en la que estas aves, habituales en los ríos rusos, sugirieron al escritor y dramaturgo una figura femenina que acabaría convirtiéndose en Nina, protagonista de La gaviota, la primera de sus obras teatrales; otra de las piezas relata cómo Fiodor Dostoyevski estuvo a punto de ser fusilado a los 28 años, sin haber conocido los entresijos de la existencia humana.
Un capítulo especial es el que Zúñiga dedica a las protagonistas rusas, unas mujeres “que quieren conquistar su libertad, que sorprenden por su fortaleza y su deseo de aspirar a más”, explicó el autor de Largo noviembre de Madrid, para quien estas mujeres “recuerdan a las de hoy en día”. ‘Mujeres leídas, soñadas’ habla de cómo muchos lectores de novelas rusas se enamoraron de mujeres soñadas. Al abrir el libro, cuenta, “ellas les esperaban para acompañarles quizás durante meses, como radiante ideal femenino, esbozado en una novela o en un cuento y completado con la fantasía de todos los lectores de Gorki, Tolstói o Turguénev”. Así, Zúñiga nos cuenta las desventuras de Nina, Natalia, Tatiana o Katerina, mujeres que muestran infinitas posibilidades de amar, pero se encuentran con hombres autoritarios o cobardes, crueles o enfermizos.
En definitiva, una declaración de amor en la que, como dice Luis Mateo Díez, se aprecia la importancia de las lecturas en la trayectoria de un autor. “Como sus admirados rusos, Juan Eduardo Zúñiga encontró en la literatura el compromiso de la vida”, dijo el autor leonés.