viernes, noviembre 22, 2024
- Publicidad -

Castella se lleva una «orejita» donde había tres de verdad

No te pierdas...

Una gran corrida, aún con sus matices, de Victoriano del Río, ha tenido un pobre balance para la terna a pesar de la oreja que se llevó Sebastián Castella, más bien «una orejita, como suele decirse en la jerga cuando el trofeo tiene poco peso dada la escasa consistencia de la faena, este jueves en Las Ventas.

FICHA DEL FESTEJO

Toros de Victoriano del Río, el sexto con el hierro de «Toros de Cortés, de la misma casa ganadera pero de distinto encaste, aceptablemente presentados y de buen juego a excepción del incierto primero, y el mansurrón y blando tercero. Se aplaudieron los arrestos del segundo, cuarto y quinto, éste último un gran toro.

José Pedro Prados «El Fundi»: estocada casi entera y cuatro descabellos (silencio); y pinchazo y estocada (pitos).

Sebastián Castella: estocada trasera y desprendida, y larga agonía del toro (oreja); y pinchazo, media desprendida y descabello (ovación tras dos avisos).

Miguel Ángel Perera: estocada casi entera caída (silencio); y dos pinchazos y casi entera (silencio).

En cuadrillas, Javier Ambel saludó tras banderillear al quinto.

La plaza se llenó en tarde muy calurosa.

———————

MÁS TOROS QUE TOREROS
    
Sigue habiendo más toros que toreros. este jueves una corrida de Victoriano del Río ha dejado en evidencia a la terna.

La primera faena de Castella tuvo su momento álgido en el tercio de quites, en duelo con Perera, que intervino primero en su turno por arrogantes y temerarias gaoneras, replicándole a continuación el francés con unas saltilleras también de mucho ajuste y emotividad.

Cuando terminaron los dos hubo run-run en el tendido, que en esta plaza viene a ser el eco de las cosas bien hechas, y el prefacio a algo muy bueno que se presiente.

Mas no pasó la cosa de ahí. No tuvo la faena la rotundidad que se esperaba en base a la calidad del toro. Anduvo Castella demasiado encima, y aunque hubo también emoción por el aguante en una primera serie a derechas, pronto se vino aquello abajo, al ahogar la embestida y dejarse enganchar mucho los muletazos.

Faltó limpieza al conjunto, remontando al final con un sucedáneo de «arrimón» ya que para entonces el toro estaba descartado. Acertó en la suerte suprema a la primera, y murió el toro, sí, pero por llevar mucho tiempo la espada dentro. Una muerte penosa por no intervenir con el descabello por temor a fallar. El público, si embargo, no se lo tuvo en cuenta.

Lo de Castella fue todavía peor al dejarse escapar el toro de la tarde, uno de los más importantes que se han lidiado en el último mes en Madrid, el quinto, al que pinchó en el último momento, pero no fue ésa la razón para no cortar la oreja, sencillamente no lo había cuajado antes en lo fundamental.

El prólogo, lo más rotundo, a base de dos por alto, uno por detrás, un remate abajo, el de pecho y un molinete con la muleta sin armar «arrebujándose» una barbaridad con el toro. Todo eso sobre la marcha, en un sólo pasaje, sin interrupciones ni pausas, estrechándose cada vez más el espacio entre toro y torero hasta hacer prácticamente imposible la posibilidad de vaciar la última embestida.

Ahí crujió la plaza. Y en una primera tanda en redondo que también tuvo usía, en la distancia exacta, con la muleta arrastras y de cinco y el de pecho. Perfecta sincronización de toro y torero. La vista en la Puerta Grande.

Ya estaba definitivamente catalogada la calidad del astado. Faltaba sólo el esfuerzo, la continuidad por parte del torero, que otra vez no fue capaz. 

El toro, gran toro, a más, haciendo «el avión, planeando sobre la muleta.

Y el torero a menos. Le costaba ponerse en el sitio para ligar convenientemente los pases. Castella buscó «un parón» para disimular su incapacidad, cortándole los viajes. Un sacrilegio a un toro así. 

Sonó un aviso antes de buscar la igualada, y otro más cuando ya estaba echo un lío con los aceros. De dos orejas que le había ofrecido el toro, a dos «trompetazos» según el argot. Mal Castella. 

Perjudicado también por la importancia de un gran toro, en este caso el cuarto, «El Fundi». Toro importante por su brío y movilidad, por su nobleza y «transmisión». Y el torero, descentrado, no sabía por dónde se andaba. En el que abrió plaza, toro incómodo, estuvo más justificado que saliera el torero del paso.

Perera apechó con el lote en conjunto menos apto. Concretamente su primero fue el garbanzo negro, muy incómodo por su falta de raza y de fuerzas, y el último tampoco «se dejó, tomando los engaños a regañadientes. Pero estuvo también el extremeño demasiado frío.

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -