FICHA DEL FESTEJO.-
Toros de Fermín Bohórquez, notablemente desiguales aunque bien presentados, y convenientemente «afeitados» como marca el reglamento. Corrida buena aunque el quinto manseó de salida y no tuvo tanta continuidad, pero el resto yendo a más, en general «dejándose» mucho.
Andy Cartagena: pinchazo, rejón y descabello (ovación tras petición en el límite); y rejón arriba (oreja).
Diego Ventura: rejón trasero y caído (oreja); y rejón contrario, dos pinchazos y rejón sin quebrar (ovación).
Manuel Lupi, que confirmaba la alternativa: tres pinchazos y rejón contrario y caído sin quebrar (silencio aún saliendo a saludar para provocar una ovación inexistente); y pinchazo, medio rejón, nuevo pinchazo y rejón (silencio).
La plaza se llenó en tarde de calor.
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LA SOLVENCIA DE CARTAGENA
No hubo Puerta Grande. Ésa fue la noticia de la tarde, teniendo en cuenta la proliferación de salidas a hombros en los festejos de esta especialidad. Y pudo haberlas si no llega a ser por el fallo en la suerte suprema.
Corrida entretenida por lo que se refiere a la actuación de los dos jinetes orejeados, Cartagena y Ventura.
Cartagena cumplió su doble actuación con mucha seriedad y solvencia, con valor y torería en los preparativos y en la misma ejecución de las suertes. Arriesgó mucho, por ejemplo, para parar a su primer con «Bético, llevando al toro «cosido» a la grupa, con el temple como arma infalible.
Y la misma actitud en banderillas con «Cañero, éste «toreando» con la cola, y con «Magno» en los quiebros muy cerrados. Asombrosa la flexibilidad y el coraje de «Bisbal» para dejar dos violines antes de adornarse con el teléfono. Fue una pena que el toro no le ayudara en el primer envite con el rejón final, perdiendo ahí más que un posible trofeo.
Se superó si cabe Cartagena frente al cuarto, el manso del envío. Toro desorientado, doliéndose mucho en el castigo y muy pendiente de las tablas, en consecuencia obligando a llegarle mucho.
Aquí fue determinante la actuación de «Pericalvo, precioso castaño en morcillo que fijó la atención de la plaza con un espectacular braceo antes de echarse para adelante en banderillas, atacando de frente, dejándose ver mucho, lo que en el toreo de a pie se llama de poder a poder.
Y el no va más montando otra vez a «Bisbal» para dejar una rosa y seguidamente un par a dos manos sacándoselo de atrás, como los buenos banderilleros que arrancan la suerte abajo. Excelsa torería. Esta vez entró el rejón a la primera y hubo oreja.
Ventura en cambio abusó de «lo otro». Muchos alardes, gestos, los mordiscos de su caballo «Morante» y bailes. Demasiada heterodoxia. No obstante toreó también al estribo en su primero cuando montó a «Revuelo». Pero del conjunto se desprende que la oreja fue consecuencia del efecto letal del rejón.
Fue más completa y auténtica la faena al quinto, con el caballo «Orobroy» galopando a dos pistas y cambiándose de pitón por los adentros, con «Wellington» dando siempre la cara, y la destreza de «Califa» para dejar dos de tres cortas sin salirse de la suerte. No matar bien fue decisivo esta vez para no salir a hombros, pues hubiera cortado la otra oreja que necesitaba para estar en la Puerta Grande.
Confirmó alternativa el portugués Manuel Lupi, hijo de aquel grande de esta disciplina que fue José Samuel Lupi, a quien brindó la primera faena. No pasó nada, ni para bien, ni afortunadamente para mal ya que todavía se le ve algo inexperto para la responsabilidad de alternar en carteles de esta envergadura. Mostró el hombre clasicismo, pero sin terminar de centrarse. Más completa la faena al último. En ambas, no obstante, insuficiente.