José Luis Rey tiene la brillantez de saber estrujar la palabra con tiento; por ello ya es toda una referencia pese a su juventud. Su poesía se desata en la emoción densa e inmensa dentro de los laberintos del mundo. Recientemente ha aparecido “Barroco”, obra con la que ha obtenido el prestigioso premio Loewe. El poeta cordobés posee el valor y la valía de quitarle a la vida su corteza.
En “Barroco” hay un marcado sentido vital, ¿es apropiado el hecho biográfico para revertirlo en poesía?
Mi poesía, desde mi adolescencia, siempre ha sido vitalista. Vida y poesía van unidas. Cada uno escribe según su carácter y sus vivencias. Y mi carácter y mis vivencias me inclinan a la celebración del mundo y de la propia poesía. Por tanto, creo que sí, que la biografía se transmuta en poemas acordes con nuestro carácter.
¿Obedece el libro al gusto por el esmero en el lenguaje?
El cuidado del lenguaje siempre ha sido importante para mí. Vengo de una tradición, española y europea, que así me lo ha enseñado. Juan Ramón Jiménez, Rimbaud, Rilke, Gimferrer…Mis maestros son poetas de lenguaje. Pero también la vida ha de estar presente; no creo en el poema como mero artefacto lingüístico si no está lleno de vida.
¿Deja el premio Loewe un techo muy alto a su trayectoria?
El premio Loewe es un gran reconocimiento. Es el premio al que presentarse para no hacerlo ya a más premios y poder publicar, creo. Espero que el Loewe me dé esa libertad para poder publicar mis libros sin premios en lo sucesivo.
¿Sirve la poesía para reconstruir vidas presentes como pasadas?
Vaya pregunta. No sé. Creo que la poesía le proporciona mayor plenitud a la vida y, en ese sentido, sirve para construir nuestra vida con más fe y con más ilusión, tanto el pasado como el presente y futuro.
¿Se elige el estilo poético?
Claro, se elige siempre. En mi caso, desde que empecé a escribir poesía con 14 años, cuando el ambiente poético de finales del siglo pasado estaba imbuido de realismo, escogí conscientemente una línea que me separa de dicho realismo plano y me dirigí hacia una poesía irracionalista ma non troppo, una poesía de la imagen y el ritmo. Hasta ahora, que he desembocado en lo que llamo “realismo visionario”, una poética que parte de lo humilde, de lo cotidiano y del detalle sencillo para elevarse a la trascendencia.
¿La buena poesía admite de peleas estéticas?
La buena poesía está siempre por encima del debate estético. Sin embargo es importante para el poeta, a la hora de definir su territorio y de distinguirlo de lo anterior a él y a la hora de innovar la herencia recibida.