El artista Lorenzo Quinn expone en la explanada del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) la obra Vroom Vroom, una mano de 4,5 metros de altura que sujeta un coche Fiat 500 de época, y que representa la «independencia, liberación y crecimiento personal» del escultor.
La obra de Quinn, hijo del actor Anthony Quinn, se enmarca en los actos de celebración este fin de semana del Gran Premio de Europa de Fórmula Uno en el circuito urbano de Valencia.
El artista asistió este viernes a la inauguración de la escultura, que permanecerá expuesta hasta finales de agosto, y ha explicado que sentía «sensaciones contradictorias, por una parte de «orgullo» por el resultado del trabajo, y por otra de tristeza ya que el coche es el original del artista.
Este fue el primer vehículo que adquirió de joven, por mil liras, con sus primeros trabajos, que supuso una «liberación» al darle independencia y que conservaba como un talismán.
El vehículo permanecía en el taller del artista a la espera de ser también el primer coche de alguno de sus hijos, pero fue un cliente quien, durante una visita al estudio, comentó que parecía un «juguete, y despertó en Quinn la curiosidad y la posibilidad de transformarlo en una obra de arte.
El primer juguete
Así surgió Vrom Vrom, nombre con el que bautizó la escultura, y que quiere trasmitir «la sensación que da un juguete cuando lo tienes por primera vez y la ilusión de conseguir algo».
La ilusión del niño por «las pequeñas cosas y por conseguir unos objetivos, y cómo esta sensación se «desvanece» con el paso del tiempo, ha explicado el artista.
La mano es una representación a escala de la del hijo pequeño del autor, Anthony, hecha en aluminio, y el coche es el original del escultor, que conserva todas las piezas excepto las ruedas, sustituidas por una réplica también en aluminio por cuestiones técnicas.
Quinn, que se confiesa un «forofo» de la Fórmula Uno, una afición que comparte con sus hijos, ha asegurado que recibió con «ilusión» el encargo del IVAM de realizar una obra relacionada con esta competición, y que estudia la posibilidad de realizar una serie de esculturas con la misma inspiración.
Para la directora del IVAM, Consuelo Císcar, la creación de Quinn «pone de manifiesto, además de los vínculos paterno-filiales, los del deporte y el arte, entendidos como «la expresión de los valores esenciales de una cultura contemporánea en permanente agitación y en continuo desplazamiento».