El tenor español Plácido Domingo llenó con su voz y su carismática presencia una vez más el escenario de la Royal Opera House londinense, testigo de tantos triunfos suyos.
Era su vigésimo sexto rol en Covent Garden, aunque el primero como barítono: el de Simón Boccanegra, de la ópera homónima de Giuseppe Verdi, papel que ha hecho ya antes en Berlín, Nueva York y Milán y que llevará también a Madrid.
Desde su debut en ese nuevo rol en la capital alemana, la crítica ha señalado que, pese a que su voz se ha oscurecido y ha ganado profundidad con los años, sigue siendo una voz de tenor, y Domingo puede decir, como Sinatra, que lo canta «a su manera».
«Yo no pretendo ser un barítono. No he cambiado de voz, señaló el cantante antes de la actuación. Pero, comparando la voz con la paleta de un pintor, explicó así el cambio de registro: «Un cantante elige el color, las tonalidades en función del rol que interpreta».
Y el de Simón Boccanegra exige una tonalidad ciertamente distinta de un Radamés, un Don José, un Andréa Chénier, un Hoffmann o tantos otros personajes a los que ha dado vida en el escenario -más de 130 hasta ahora- aunque le haya facilitado la transición algunos roles como los wagnerianos que ha interpretado últimamente.
Sea como fuere, al igual que ocurrió antes en los otros escenarios donde cantó a Simón Boccanegra, el público de la Royal Opera House, entre el que había famosos colegas como la soprano rusa Anna Netrebko y su marido, el barítono uruguayo Erwin Schrott, se rindió totalmente a Plácido Domingo.
Su voz bella, lírica y noble a un tiempo, unida a sus indudables dotes de actor dramático, se combinaron para componer un personaje del todo convincente: el del corsario convertido, a su pesar, en dux de la República de Génova tras una rebelión popular.
«Simón Boccanegra» cuenta una complicada historia de traiciones y luchas políticas con el añadido, muy de la época romántica, de una hija ilegítima a la que el dux reconocerá un cuarto de siglo después de haberla perdido y que termina con la muerte del protagonista tras beber el veneno que le administra quien le ayudó a conquistar el poder y se convierte luego en su peor enemigo.
Domingo tuvo a su lado en el papel de su hija a la soprano rusa Marina Poplavskaya mientras que el rol de su enamorado, Gabriele Adorno, lo interpretó un tenor de bellísima voz, el maltés Joseph Calleja, quien cosechó los mayores aplausos después de aquél.
El veterano bajo italiano Ferruccio Furlanetto interpretó al dux derrocado por la rebelión de los plebeyos en esta producción de Elijah Moshinsky, estrenada en Covent Garden en 1991 y que va ya por su quinto «revival» sin que haya perdido nada de su belleza original.
Dirigió con atención siempre al detalle Antonio Pappano, un maestro capaz de extraer toda la riqueza expresiva y dramática de una partitura que, sin ser la más popular del compositor italiano, contiene numerosos pasajes de indudable belleza.