Se preguntarán sobre esta fecha y su importancia. La tiene y mucha.
El día anterior, Plácido Domingo, en su última presencia en el papel de Simon Boccanegra, había batido todos los records de aplausos escuchados en dicho teatro. Ahora la moda es cronometrarlos como si fueran pruebas atléticas. Bueno pues en las tres funciones fue superando este minutaje de entusiasmo.
Pero la función debía continuar. Al día siguiente estaba programada otra representación con un reparto que incluía al buen barítono georgiano George Gagnidze como Boccanegra y la estupenda soprano albanesa Inva Mula en el papel de Amelia. Inva ha debido representar este papel en todas las funciones menos una que corrió a cargo de Angela Gheorghiu, que también corrió a cancelar sus otras dos funciones previstas diciendo cualquiera de las variadas razones que la diva generalmente alega.
La representación del día 29 fue magnífica, ya rodada y mejorada por el “efecto Domingo” y también muy emocionante pues representó el final del curso y de un ciclo.
Allí todos se despedían. El maestro López Cobos que deja a la orquesta del Real mejor que la encontró y no disimula el malestar que le ha producido su cese. El Director Artístico Antonio Moral, que ha cubierto su etapa con bastantes más luces que sombras. También se despedían hasta más de 80 personas pertenecientes a la empresa que ha desarrollado hasta ahora el servicio de mantenimiento del teatro y que va a ser sustituida por otra.
Estas circunstancias hicieron de la función del día 29 una representación poco usual. Cada día la obra de arte que se representa puede ser distinta cuando influyen los matices y los estados de ánimo. Una recuerda un Parsifal emocionantísimo dirigido por el ya desaparecido maestro García-Navarro (lo último que dirigió en el Real), que en su estreno no había sonado igual.
La próxima temporada se inicia la era de Gerard Mortier y desde aquí le damos la bienvenida. El señor Mortier se ha pasado un año estudiándonos discretamente y aprendiendo el español que es como se conoce en todo el mundo a nuestro idioma, menos en España que se llama castellano. Él es un personaje que puede ser discutido pero no precisamente por su inteligencia, experiencia o capacidad artística. En mi opinión se merece que le recibamos con ilusión.
Ello no va en demérito, todo lo contrario, a los anteriores directores: Cambreleng, Sagi y Moral que han desarrollado su trabajo realmente bien y con enorme mérito.
El Teatro Real es en sí ya una difícil y complicada ópera. Se la iremos cantando y contando poco a poco.