viernes, enero 10, 2025
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Triunfal vuelta a Granada de Miguel Ríos

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Miguel Ríos eligió Granada, su ciudad natal, para comenzar este viernes su gira de despedida, Bye bye Ríos Rock hasta el final, y arrasó ante las más de diez mil personas que abarrotaron el Pabellón de Deportes.

Acompañado por una notable banda de siete músicos, frente a un público entregado de antemano y jugando sobre seguro, rescatando algunas de las mejores perlas del tesoro que ha acumulado durante media década de trayectoria, el granadino se dio un baño de masas y los espectadores, inmensa mayoría de cincuentones, otro de nostalgia.

Casi imposible no caer en ella si el segundo tema que sonó fue el Bienvenidos con el que comenzaba el Rock & Ríos, el doble LP superventas del año 1982 que tanta gloria le dio.

Si algo no le faltó a Miguel Ríos en su triunfal regreso a Granada fue apoyo; desde luego lo tuvo en los repletos graderíos, pero también hubo en abundancia en el mismo escenario, por el que pasaron varios artistas -no todos de éxito masivo- a modo de homenaje al protagonista de la noche.

Colaboraciones

El primero fue José Ignacio Lapido, líder de los extintos 091 y protagonista, desde su separación, de una interesante carrera en solitario.

Aportó El ángulo muerto en lo que fue uno de los escasos momentos de pausa de un inicio de concierto a todo trapo, dominado por las guitarras y bien arropado por una pequeña pero eficaz sección de vientos y unos virtuosos teclados.

El sonido, algo apelmazado en principio y con la tendencia a rebotar tan propia de los pabellones, fue mejorando progresivamente mientras el artista rememoraba éxitos de los setenta, los ochenta y los noventa, como El ruido de fondo que le prestó Santiago Auserón, Nueva Ola o el mucho más añejo Vuelvo a Granada, recibido con el entusiasmo apropiado para la ocasión.

De Ana Belén se recordará el dúo que protagonizó con el rockero con El Río, y de los siguientes invitados, el dúo Gold Lake -cuya cantante es Lúa Ríos, rebautizada como Lúa Lake e hija de Miguel, su correcta ejecución de Un caballo llamado muerte, una de las canciones más coreadas de la noche.

Después le tocó el turno a Amaral, que interpretaron la sutil Al sur de Granada y con una nueva tanda de clásicos, como El rock de una noche de verano se cerró la primera parte del concierto, hora y media después de comenzar.

Pero quedaban muchas sorpresas, como la irrupción de Carlos Goñi en el primer bis, Todo a pulmón, la de Carlos Tarque, vocalista de M-Clan, en la siguiente, Santa Lucía, o la que probablemente fue la más jaleada, la de Manolo García, que se sumó al Blues del autobús.

Si los primeros bises fueron baladas, algo que el cantante probablemente agradeció porque su voz ya no llega a las notas altas, en el segundo se decidió a dar el do de pecho y, acompañado primero por Pereza -quienes entre poses y guitarrazos hicieron Rock and Roll Boomerang– y después por otro incombustible, Rosendo –Maneras de vivir-, intercalando entre medias Mueve tus caderas y Sábado en la noche, la velada terminó con todos los músicos juntos entonando el Bye bye Ríos.

Como la gente no estaba por la labor de marcharse, pese a que ya se habían traspasado largamente las dos horas, Miguel Ríos se vio forzado a salir de nuevo, con la voz ya bastante tocada, para rememorar su primer éxito internacional, su versión del Himno de la Alegría.

La gira de despedida iniciada hoy en Granada, donde ofrecerá mañana un segundo concierto, concluirá en Santander el próximo 4 de diciembre e incluirá escenarios de Valencia, Madrid, Barcelona y La Coruña.

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