El libro «Los 100 peores tangos, de Enrique Espina Rawson, quien preside el Centro de Estudios Gardelianos, no sólo desmenuza composiciones «bizarras, «espantosas, «contradictorias» y hasta «prosoviéticas, sino que también embiste contra «Fumando espero, «La Cumparsita, «Azúcar, pimienta y sal» y «Fea, entre otros de gran popularidad.
«Tangos malos hay muchísimos, lo difícil fue clasificar los cien peores, aseguró el autor.
Espina admite que el criterio de esta clasificación «es simplemente» el suyo; dice que la hizo «sin ánimo de ofender a nadie» pero con fundamentos para afrontar previsibles polémicas.
La clasificación, que reúne letras también «ridículas, «inverosímiles» e «involuntariamente cómicas» en una mezcla «en la que la suma de las partes excede al todo, incluye unos pocos pasos dobles y rancheras que han sido adaptadas al ritmo del tango.
Los compositores se han aferrado a «estereotipos falsos, en los que los versos aluden a «ambientes camperos, ajenos al origen del tango o citan al «arrabal» (suburbio), una «indefinida región más cercana al decorado que a la geografía, advierte Espina.
El colmo, se lamenta el experto, es que los compositores llevaron al tango a escenarios exóticos como Rusia, Japón o «el Oriente, cuando a lo sumo se podrían tolerar alusiones a lugares extranjeros que visitaron grandes cantores, como por ejemplo refiere «Anclao en París».
Espina señala que «Fumando espero, de «insospechado éxito» en los años ’20 y popularizado por Sarita Montiel, es un «tango español» cuya protagonista podría ser «acusada de apología del delito» en vista de que «se ha comprobado que fumar no es ni genial ni sensual».
«El descansillo está hoy prohibido y cuando dice ‘mi egipcio es especial/qué olor señor’ queremos creer que no se refiere a un señor nacido en El Cairo sino a un cigarrillo de esa manufactura, opina acerca de este tango con letra de Félix Garzo y J. Viladomat y música de Juan Masanas.
Dice que la letra del tango «Fea» (Alfredo Navarrine), que Gardel grabó dos veces con la orquesta de Osvaldo Fresedo, «no está mal, pero resulta «inverosímil y risible el exceso de dramatismo» que hace que la «infeliz» protagonista «se suicide en el último renglón».
La letra de «La Cumparsita, fruto de «la febril inspiración» del uruguayo Gerardo Mattos Rodríguez, también autor de la música, es un «espanto» que relata la infamia de quien abandonó a su anciana madre, que muere «de frío, nada menos, asegura.
El experto se lamenta de que Mattos Rodríguez «desautorizara la letra» que escribieron Pascual Contursi y Enrique Maroni y que era «algo más digna, sin ser una maravilla, además de «ser la que popularizó la obra».
Cuando en «Azúcar, pimienta y sal» repiten «500 veces» esa estrofa «debería estar prohibido, opina el experto, quien recuerda que este tango fue «una pieza de batalla» de la orquesta de Héctor Varela, uno de los creadores del tema junto a Abel Aznar y Ernesto Rossi.
Espina pierde la paciencia con «Gitana rusa» (Juan Sánchez Gorio y Horacio Sanguinetti) porque «se desconoce» desde dónde el «taimado relator acecha sigilosamente las idas y venidas de la gitana» y no le avisa «que deje de buscar» al gitano «por las estepas» cuando «se sabe que el susodicho, quizá por algún disgusto, «se arrojó una noche al Don» como dice una estrofa.
Pero el colmo de los colmos quizá sea «Petruschka, que Agustín Magaldi cantó con entusiasmo y cuya letra «es tan inconcebible como escribir cumbias ambientadas en San Petersburgo, subraya.
La composición de Retta y Dumont, con música de Francisco Pracánico, alude a los encantos de una mujer cuando el título de la obra «puede traducirse como Pedrito, lo que da un inesperado sesgo gay a esta composición, puntualiza.
«Abuelito, que cantaron Gardel y el uruguayo Julio Sosa, afirma Espina, lleva a que uno se pregunte «cómo es posible» que el anciano, «a pesar de su notoria afición al tinto, tenga «tanta falta de sensibilidad» en contarle a su nieto «una historia tan patética que, para colmo, es la historia de su mujer».
Espina agradece y hace suyo el recitado de Enrique Maroni: «Tango que me hiciste mal, y sin embargo te quiero».
Alejandro Méndez