El bailaor sevillano ha querido narrar sus propias pasiones este lunes a través de un espectáculo de estética y concepto vanguardista pero, paradójicamente, acompañado por algunos de los artistas más asociados con la ortodoxia flamenca, como Lole Montoya, José el de la Tomasa y la bailaora de Lebrija Concha Vargas.
La primera en pisar el escenario del Teatro Lope de Vega de Sevilla ha sido Lole Montoya, cantando en árabe y dando paso a Andrés Marín, que ha bailado acompañado de una marimba, mostrando sus brazos larguísimos.
Tras esta singular bienvenida, el bailaor ha introducido al público en el espectáculo con una peculiar seguiriya que han interpretado varios músicos con laud, xilófono y batería.
Tras esta carta de presentación ha llegado el momento más celebrado por el público. La veterana bailaora Concha Vargas se ha despachado con unos tangos que salían del negro orificio de una tuba.
La voluptuosidad de la figura de Vargas, la forma de mover su cuerpo rotundo y su temperamento han encendido al público, que ha aplaudido puesto en pie el choque de pasiones entre la bailaora primitiva y el artista refinado.
La escena ha terminado por Cantiñas, con Concha Vargas descalza en el escenario, bailando al cante del artista también lebrijano José Valencia.
Tras el regreso de Lole y la aparición de José el de la Tomasa, ha tenido lugar el número clave y más impactante del espectáculo. Andrés Marín, con un capirote de nazareno sobre la cabeza y acompañado de una estética muy cercana a la Semana Santa de Sevilla, ha bailado con los pies descalzos y el torso desnudo la marcha procesional ‘Amargura’, la más célebre de la semana de pasión sevillana.
El público, lejos de inquietarse, ha aplaudido de forma unánime la actuación.
Ha sido José el de la Tomasa el autor del epílogo de ‘La pasión según se mire’, un espectáculo que se estrenó el pasado mes de marzo en el XIV Festival de Flamenco de Jerez de la Frontera. Delante de un yunque ha interpretado cantes de la fragua y ha arrancado los últimos grandes aplausos del auditorio.
Más allá del propio baile de Andrés Marín, el espectáculo ha roto las barreras del flamenco gracias a sonoridades de instrumentos como la tuba, la marimba y el clarinete, frente a los de la guitarra y el cante.
Aunque también ha dado un paso más allá en su relación con la música contemporánea. La banda sonora de la obra incluye composiciones del músico japonés Akira Miyoshi.