Para admirar «La aguadora» o «El afilador, de Goya, un «Santiago el Menor» o una «Magdalena penitente, de El Greco, y otras grandes creaciones del arte español o europeo que basta con acercarse ahora a Londres.
«Tesoros de Budapest: obras maestras europeas desde Leonardo a Schiele» es el título de una exposición en la Royal Academy of Arts londinense, que desde el próximo sábado hasta el 12 de diciembre muestra la enorme riqueza de una de las mayores colecciones de arte existentes en la Europa central.
Una colección además especialmente rica en arte español, la del Museo de Bellas Artes de Budapest, gracias a la pasión artística de los príncipes Esterházy de Hungría, especialmente de Nikolaus II Esterházy (1763-1833), que se dedicó a coleccionar arte de esa escuela en una época en la que no era tan habitual.
Ello se debió entre otros motivos a la presencia de su hijo en Londres como embajador del imperio austro-húngaro en unos años en los que el ex embajador danés en la corte española Edmund de Bourke estaba deshaciéndose de su propia colección, que incluía numerosas obras de artistas españoles.
Nikolaus II compró buena parte de las obras de Bourke, gracias a lo cual el Museo de Bellas Artes de Budapest puede ufanarse hoy de una de las colecciones de arte español más importantes fuera de la península ibérica.
A esa fuerte presencia contribuyó también el coleccionista húngaro Marcell Nemes, que consiguió reunir diez Grecos y cinco Goyas, y tuvo un rol importante en reavivar el interés en la escuela española a comienzos del siglo XX.
Otras obras de artistas españoles que han viajado a Londres son un exquisito «Retrato de Manuela de Ceán Bermúdez, de Goya; un impresionante «Martirio de San Andrés, de Ribera; una «Adoración de los Magos, de Luis Tristán; en la que se refleja la influencia de El Greco, y una delicada «Virgen con Niño, de Bartolomé Esteban Murillo.
La Royal Academy reúne más de doscientas obras que van desde el gótico y el temprano Renacimiento italiano hasta el siglo XX, incluidos maravillosos bronces y tallas en madera, procedentes tanto del Museo de Bellas Artes de Budapest, inaugurado en 1906 por el emperador Francisco José de Austria-Hungría, como de la Galería Nacional Húngara, que acoge desde 1957 obras de artistas magiares.
Organizada cronológicamente, la exposición se divide en secciones temáticas dedicadas al arte religioso de antes de la Reforma protestante, a la pintura mitológica y de historia, al arte sacro del barroco, al retrato, a los bodegones y la pintura de género, al paisaje y al arte del siglo XX.
Además de las citadas obras de la escuela española han viajado a Londres auténticas obras maestras, tanto óleos como dibujos, de artistas tan diversos como Rafael, Leonardo da Vinci, Tintoretto, Lucas Cranach, Albrecht Altdorfer, Hans Baldung Grien, Maerten van Heemskerck, Andrea Riccio, Giorgio Vasari, Artemisia Gentileschi, Carracci, Brueghel, Rubens, Van Dyck o Franz Hals, por citar sólo a unos pocos.
Aunque es difícil apuntar algunas obras, baste señalar, por ejemplo, además de las citadas, la «Virgen con el Niño y San Juan Bautista» (1508), de Rafael, de clara influencia Leonardesca, unos estudios de cabezas de soldados para un mural perdido titulado «La batalla de Anghiari» del propio Leonardo da Vinci, o una Crucifixión de Altdorfer, que se distingue por su fondo dorado en lugar de los paisajes habituales de ese pintor.
Un auténtico descubrimiento es un cuadrito atribuido por el comisario principal de la exposición, David Ekserdjian, a Luca Signorelli, que muestra a Santiago a caballo con dos peregrinos, uno de ellos muerto en el camino hacia Santiago de Compostela.
La exposición se cierra con obras de impresionistas como Claude Monet, Renoir, Pisarro y artistas del siglo XX, entre ellos Pablo Picasso, Egon Schiele o el expresionista Oskar Kokoschka, cuyo «Paño de la Verónica, exhibida en Londres, era su pintura religiosa favorita de acuerdo con su biografía.