Ni flores, ni joyas, ni postales: en Japón el producto estrella por el día de San Valentín es el chocolate, un dulce que solo las mujeres regalan a los hombres y que este año, en Tokio, tiene también sabor español.
Miles de japonesas harán fila este fin de semana ante las pastelerías del país asiático para cumplir el día 14 con la costumbre de regalar chocolate no sólo a sus parejas, sino a todos los hombres cercanos, incluidos los compañeros de trabajo.
Más que una tradición, se trata casi una obligación social que produce una masiva demanda chocolatera estos días en Japón, un mercado que consume más de 212.000 toneladas de este producto al año y en el que, desde hace tiempo, también busca un hueco el chocolate español.
Con una variedad de productos que incluye hasta chocolate de queso parmesano, la firma de Vic (Barcelona) Cacao Sampaka aterrizó en Tokio con tiendas en dos de los barrios más exclusivos de la capital nipona.
El primer comercio, en Marunouchi, se inauguró en 2009 con la enseña de calidad, originalidad y diseño, y su éxito llevó a la apertura, a finales de 2010, de una segunda tienda en Omotesando donde, además de vender chocolate, hay espacio para degustarlo.
«Cacao», «Chocolate», «Tentaciones», «Helados», se lee en español en el interior, mientras algunos productos muestran nombres catalanes como «Xocolata confitures» y en la pared una pantalla enseña imágenes que van desde la Sagrada Familia hasta el Barca celebrando un título.
Estos días, las dos tiendas lucen en su escaparate un gran cartel rosa que anuncia la llegada de «productos especiales» para el San Valentín de Japón, donde se distingue entre el chocolate que se regala a la persona amada y el llamado «guirichoco» o «chocolate por compromiso», destinado al jefe y los compañeros.
Ellas, en cambio, se van el 14 de febrero con las manos vacías y deben esperar exactamente un mes hasta el llamado «white day» («día blanco»), cuando son ellos los que hacen un obsequio a las mujeres.
Se calcula que, con motivo de San Valentín, las japonesas adquieren más de un cuarto del chocolate que se vende durante todo el año en Japón.
Estos días la tienda de Marunouchi factura unos 20 millones de yenes (casi 180.000 euros), lo que supone el 10 por ciento de sus ventas anuales, según explicó a Efe un portavoz de Cacao Sampaka, que prevé abrir pronto un tercer establecimiento en la ciudad de Osaka.
Algunos de los sabores más originales de la tienda, como el chocolate de Gin Tonic o el sabor «fresa y rosa», forman parte de la serie «Innovación» inventada por Albert Adriá, hermano de Ferrán Adriá y pastelero del restaurante El Bulli, que cuenta con numerosos admiradores en el selecto mundo gastronómico nipón.
Originalidad y calidad fueron también los emblemas con los que buscó introducirse en Tokio, a principios de la década de 2000, Oriol Balaguer, a su vez antiguo pastelero de El Bulli.
Balaguer mantuvo abierto durante varios años su propio establecimiento en Shirokanedai, en el sur de la capital, que pronto pasó a figurar en las guías de los «gourmets» del chocolate por lo innovador de sus productos.
Consciente del enorme tirón de San Valentín, el propio Balaguer solía viajar a Tokio para promocionar su marca durante esta época, cuando la demanda de chocolate alcanza su pico y, aunque el establecimiento ya cerró sus puertas, los productos del catalán siguen presentes en el mercado nipón.
Pese a las expectativas de ventas, las estadísticas muestran que la crisis ha hecho mella también en el San Valentín nipón: según un sondeo del periódico «Asahi», el 44 por ciento de las mujeres de entre 20 y 39 años piensa este año gastarse menos y regalar a sus compañeros de trabajo repostería casera con chocolate.
Maribel Izcue/Efe