Los resultados del análisis morfológico de más de 6.500 dientes fósiles de caballos salvajes, que datan en algunos casos de hace 55 millones de años, confirman la hipótesis evolutiva de la selección natural de Darwin y el proceso de adaptación de hábitos alimentarios a nuevos entornos causados por cambios climáticos.
La investigación, que analiza el desgaste de molares fósiles desde 55 millones de años atrás hasta hace unos 10.000 años, y en donde se incluyen registros de toda la secuencia evolutiva del diente del caballo, ha sido publicada en «Science», y es fruto de la colaboración del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), junto con dos equipos de Estados Unidos.
Los restos dentales de caballos salvajes estudiados se corresponden con 222 poblaciones distintas y grupos de diferentes zonas geográficas, procedentes de las llanuras del oeste de Estados Unidos, en su mayoría, y de más de 70 especies extintas de estos animales.
Los fósiles de muelas, que son las piezas dentales encargadas de masticar, y cuya morfología y evolución suponen el mejor parámetro para el estudio del tipo de alimentación de un individuo, fueron hallados en Wyoming, Colorado, Dakota del Norte y California y se conservan en su mayoría, en el Museo Americano de Historia Natural (AMNH, por sus siglas del inglés).
Los últimos caballos salvajes originarios de las llanuras de América del Norte, unos animales que se extinguieron en Estados Unidos hace unos 10.000 años como consecuencia del último período glacial, estaban dotados de una dentadura bastante más redondeada y desgastada en aquella época que la de los equinos actuales.
La pervivencia de poblaciones de caballos en la actualidad se debe a que algunos de aquellos primeros ejemplares surgidos en América del Norte huyeron a otros continentes en busca de mejores condiciones meteorológicas para vivir.
«Los fósiles dentales más modernos analizados en este estudio datan de hace 10.000 años, la época más reciente de la que se mantienen restos molares de aquellos primeros caballos salvajes, antes de su extinción, junto con otros grandes animales, como los mamuts, coincidiendo con el último período glacial».
Así lo ha explicado a Efe uno de los responsables del estudio, Florent Rivals, investigador ICREA en el IPHES y profesor asociado de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, quien ha añadido que el estudio de los relieves de las cúspides molares aporta grandes claves sobre distintos tipos de alimentación.
Las primeras poblaciones de caballos vivían en la selva tropical con mucho calor y se alimentaban de frutas especialmente, con lo que sus dientes eran afilados y poco desgastados.
Según Rivals, uno de los grandes hitos en la transformación dental equina se produjo hace unos veinte millones de años, tras un marcado cambio climático que hizo proliferar en América del Norte praderas de gramíneas.
Estas plantas, que fueron ganando el terreno en extensión a los grandes árboles y arbustos de épocas anteriores, se caracterizan por contener partículas minerales abrasivas que desgastan y aplanan las puntas de los dientes.
Con anterioridad a esa época, hace unos 40 millones de años, la dentadura equina también sufrió un fuerte desgaste, al cambiar el clima de la zona, y pasarse de la selva tropical a los bosques templados, que dieron paso a una alimentación entre los caballos con frutas y vegetación menos blanda.
Aparte, los investigadores han comprobado que los cambios dentales no son inmediatos sino que tardan al menos un millón de años en afianzarse después de ocurrido un cambio climático, lo que se traduce en unas 100.000 generaciones.
Redacción