Tiene dos Óscar y un sinfín de premios más, entre César, BAFTA y Goyas. Y en el Festival de Cannes ha conseguido galardones al mejor guión y al mejor director, pero a Pedro Almodóvar le falta la guinda del prestigio que da la Palma de Oro y que tratará de conseguir en esta edición con La piel que habito. Será la cuarta vez que el manchego busque el principal galardón del festival de cine más importante del mundo y que se celebra además en un país que le adora y que le ha distinguido con dos de sus más altas condecoraciones, la de Oficial de la Orden de las Artes y Letras y la Legión de Honor Francesa.
Los franceses «están enamorados de Almodóvar», como dijo en 2006 el entonces director artístico de Cannes y ahora delegado general del festival, Thierry Frémaux, que añadió: «El lugar que ocupa Pedro en la Historia del cine es ya inmenso. Estoy muy orgulloso de la fidelidad que tiene por el Festival de Cannes». Una fidelidad -es la tercera vez consecutiva que Almodóvar presenta su nueva película en Cannes- por la que el director español busca ahora una recompensa en forma de una Palma de Oro que le ha sido esquiva en sus tres participaciones anteriores en Cannes.
Llegó por primera vez en 1999 con Todo sobre mi madre, película con la que competía en la sección oficial y con la que consiguió el premio al mejor director, pese a que en todas las quinielas le situaban como favorito para una Palma de Oro que se llevaron los hermanos Dardenne por Rosetta, y con los que se volverá a encontrar este año. Se resarció llevándose el Óscar a la mejor película extranjera, el Globo de Oro, siete Goyas, tres premios del Cine Europeo, dos BAFTA británicos, un David de Donatello italiano y, cómo no, un César del cine francés.
Siete años después regresó a la ciudad de la costa azul con Volver, uno de sus filmes más premiados. Y volvió a recoger galardones en Cannes, el de mejor guión y uno conjunto a sus actrices -Carmen Maura, Lola Dueñas, Penélope Cruz, Blanca Portillo, Yohana Cobo y Chus Lampreave-.
En su tercera participación en competición, con Los abrazos rotos, en 2009, se fue, sin embargo, de vacío. Dos años después regresa a un festival que abrió en 2004 -fuera de competición- con La mala educación y en el que participó como jurado en 1992. Un festival que «siempre supone un estímulo para ponerse a dieta», señaló el cineasta tras conocerse que participaría en la edición de 2011.
Y aunque encantado de tomar parte de nuevo de este gran circo del cine, asegura no buscar premios: «Voy al Festival de Cannes con la ambición de hacer un buen papel en la cita mundial más importante de cine de autor, pero no pienso en premios. Me interesan sobre todo la reacción del público, la prensa y los distribuidores que se ocuparán de la película en el mundo».
Un certamen al que ahora llega con todos los honores y como uno de los grandes favoritos de la edición -con permiso de Lars Von Trier, Nani Moretti, los hermanos Dardenne o Terrence Malick- pero que en su primera visita a la glamurosa ciudad francesa pasó prácticamente inadvertido. En 1982 un Almodóvar que empezaba a ser conocido en España tras «Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón», llegó a Cannes con su siguiente trabajo bajo el brazo, «Laberinto de pasiones».
«Fui ignorado durante los 80. Mis películas eran mucho más ‘underground’ entonces y muchos críticos intelectuales no me tomaban en serio», recuerda Almodóvar en unas declaraciones recogidas por el New York Times, que señala que «Mujeres al borde de un ataque de nervios» fue rechazada en Cannes en 1988. La situación ha cambiado, y mucho, desde entonces.
Ahora Almodóvar es venerado en muchos países y en Francia se le compara con Luis Buñuel, al que el manchego considera un maestro. «Tenemos las mismas raíces, pertenecemos a la misma familia y realmente me reconozco en sus películas», ha afirmado el manchego sobre el genio de Calanda. Y si Luis Buñuel ha sido el único director español en ganar la Palma de Oro de Cannes -hace exactamente 50 años, con «Viridiana»-, la mejor comparación posible sería seguir al maestro en el podio de Cannes.
Alicia García de Francisco/Efe