La primera jornada de alta costura de París para la próxima temporada invernal estuvo marcada por desfiles de lujo total y por presentaciones de alta joyería encabezadas por las de Dior y Chanel.
Sin haber todavía elegido sucesor a John Galliano, el que fuese su director artístico hasta el pasado febrero, Christian Dior presentó una continuación natural de su pasarela de alta costura su nueva colección de joyería de ensueño, inspirada en el baile.
Las joyas tomaron uno de los extremos del jardín del Museo Rodin, en una sala circular donde sólo podían verse doce cavidades iluminadas por creaciones de oro blanco, diamantes amarillos, naranjas, marrones o blancos, rubíes, zafiros, turmalinas, granates, ópalos y por supuesto esmeraldas.
Cada hornacina contenía una pieza única, protegida por un cristal a cuya derecha una señorita Dior observaba la sala y todo aquel que se acercaba a ver su contenido.
Por sus dimensiones, las más espectaculares creaciones de Victoire de Castellane fueron dos collares a juego con sus correspondientes pendientes, uno sobre el tema «Baile de Mayo», hecho de oro blanco y amarillo y diamantes rosas, lilas, malvas y marrones; y otro sobre el «Baile de la Ópera», en fucsias, rojos y grises.
Seis anillos inspirados en el «Baile Campestre», «Azul noche», «De París», de «Otros tiempos», «Veneciano» y «De verano», en tonos dominantes adaptados a sus títulos, en verdes, azules y grises, blancos y rosas, naranjas o violeta; y unos pendientes «Baile Romántico» a juego con anillo similar, completaban la colección.
Minutos antes acababa de terminar el primer desfile Dior hecho sin director artístico ni participación alguna de Galliano, recién juzgado por injurias racistas y en proceso de desintoxicación.
Aunque de menores dimensiones la colección se mostró en la misma carpa que en ediciones anteriores, en otro extremo de los jardines del Museo, con modelos creados por los talleres de la firma.
Por lo que al final, en lugar de la habitual fantasía a la que se libraba entre ovaciones entusiastas y gritos de fervor el modisto gibraltareño, cuando desfilaba en solitario vestido a juego con los diseños que acababa de presentar, hoy salieron brevemente a saludar a su público dos directores de los equipos Dior.
Susana Venegas y Bill Gaytten representaban a los miembros del taller que habían creado una colección llena de color y volúmenes impresionantes, para conjuntos cortos o largos, aptos principalmente para ocasiones especiales, que fue cerrada con vestidos de volantes con cola inmensa, blancos, negros, dorados o anaranjados.
Para el próximo otoño invierno, los talleres Dior tradujeron la precisión de las construcciones arquitectónicas en forma de modelos suntuosos, a los que Frank Gehry dio dulces colores metalizados, bordados, sutiles de-construcciones y detalles circulares plisados.
De otro lado, hoy fue también el día elegido por Chanel, en vísperas de su desfile previsto para mañana por la noche, para presentar su nueva colección de joyería máxima.
Por una tradición no escrita el juego entre la fuerza del negro y la pureza del blanco volvió a reinar en unos diseños que se quisieron además en esta ocasión gráficos y sensuales, fluidos y estructurados, de ahí su título global «Constrastes».
Para mostrarlos mejor, Chanel transformó el lugar con una escenografía que al igual que las obras expuestas se inspiraba en la pieza «Orphée», del escritor, cineasta y pintor Jean Cocteau.
Por lo que todo comenzaba con una lira como soporte visual de un espectacular broche «Étoile du Nord», en oro blanco de 18 quilates con un diamante central redondo de 2 quilates.
Dentro del calendario oficial, los grandes desfiles del día fueron los de Anne Valérie Hash, Christophe Josse, Bouchra Jarrar, Alexis Mabille, Adeline André, Giambatista Valli e Iris Va Herpen.
A ellos se sumaron un sinfín de presentaciones en el calendario paralelo, inauguraciones de boutiques, cócteles, fiestas y presentaciones diversas, siempre, por supuesto, dentro del lujo absoluto.
Redacción