martes, noviembre 26, 2024
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Arcade Fire conquista Bilbao

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En la explanada del más famoso edificio de Gehry, el Museo Guggenheim Bilbao (donde ya han tocado Björk, Smashing Pumpikins y Red Hot Chili Peppers), Arcade Fire arrasaba esta miércoles ante varios miles de fieles, aunque no llegó a agotar entradas, seguramente por las fechas (4 días después del Bilbao BBK Live y 4 antes de que Arcade Fire toque en el FIB).

En el concierto, los canadienses (los hermanos Butler nacieron en Estados Unidos y emigraron a Canadá, el viaje vital inverso de Gehry) han triunfado con un gran espectáculo en el que han demostrado su capacidad en directo, en el que su música gana potencia y contundencia rockera y pierde el tono épico y lírico de sus grabaciones en estudio.

Sobre un escenario modesto, en el que la banda de Montreal ha hecho un inteligente uso de las tres pantallas de vídeo frontales, Win Butler y sus siete acompañantes (los siete miembros oficiales más la violinista Marika Anthony-Shaw) han ofrecido un concierto intenso, pese a un final que no ha estado a la altura, tanto por el tema elegido, «Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)», como especialmente por un sonido con una gran reverberación que no se había dado en los 90 minutos de la actuación.

Desde el inicio con «Ready to start», los miembros de Arcade Fire no han parado quietos en el escenario. William Butler ha sido un espectáculo incluso tocando el xilófono y durante todo el concierto han estado con su habitual cambio de instrumentos, de forma que ninguno de ellos ha tocado menos de dos y algunos, como Régine (la esposa de Win Butler), han llegado hasta cinco distintos.

Tras «Ready to start», tocado con dos teclados y doble batería, la banda ha atacado con «Keep the car runnig» y ha seguido con «Neighborhood #2 (Laika)», con Will Butler y Richard Reed Parry aporreando dos tambores, para pasar a una fase más tranquila en la que el público ha disfrutado haciendo los prolongados y sencillos coros de «Haití» y «Rococo». «Intervention», que parece otra sin el sonido del órgano de tubos, y «Neighborhood #1 (Tunnels)» han sido los grandes momentos de la parte central del concierto que, tras de «The Suburbs», ha entrado en su fase más cañera antes de finalizar la primera entrega con «We used to wait» y «Rebelion (Lies)».

En la reanudación, Arcade Fire ha puesto a botar a todo el público con «Wake up», para acabar definitivamente con «Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)» y encender rápidamente las luces.

Previamente a los canadienses han actuado los mallorquines L.A. y los neoyorquinos The Walkmen, una de las bandas que propició, junto a Interpol y a la estela de The Strokes, el resurgir del rock en Nueva York en el cambio de milenio. Los Walkmen tienen buenas canciones y un cantante (Hamilton Leithauser) con planta y voz, además de un batería muy físico, pero el directo es algo más que la música y no conectaron por su falta de «pose rockera», no se movieron sobre el escenario, y la estética «pureta» de los cuatro acompañantes de Leithauser (éste bien elegante con traje claro y corbata negra) tampoco ayudó. Este problema se agravó al ser el telonero y tener enfrente a un público que no es el tuyo, que no solo no conoce el último disco, «Lisbon», sino que ni siquiera había escuchado antes otros temas algo más famosos y veteranos como «The Rat » y «All Hands and the Cook».

Estrella Digital/EFE

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