Muy pronto tendremos ocasión de escuchar con la Compañía Estudio Lírico, en vivo y en directo una de las cavatinas más populares de la ópera universal, la Donna è mobile, la cual suele despertar un murmullo de satisfacción por parte del público nada más comenzar las primeras notas. Pero Rigoletto no sólo es La Donna è mobile; es una ópera en la que la música, brillante, conmovedora, dulce o sobrecogedora no pierde ni un momento su altísima calidad a lo largo de sus tres actos.
Altísima calidad que le viene evidentemente del Maestro Verdi, uno de los genios de la música universal, sobre un libreto de Piave basado en una obra teatral de otro genio, esta vez literario, Victor Hugo: Le Roi s’amuse, El Rey se divierte. Varias razones hicieron que Verdi se interesara por la obra del autor francés, sin duda la dimensión humana de los personajes, partiendo del bufón Triboulet al servicio del rey Francisco I de Francia, Rigoletto en la ópera, pero también la circunstancia política en que Victor Hugo la escribió. La obra francesa data de 1832, después de la Revolución de julio de 1830 que elevó al trono a Luis Felipe I, rey de los franceses como él quería que lo llamaran, y la tendencia revolucionaria de Victor Hugo parece que tuvo mucho que ver al reflejar, en su Francisco I, el cinismo y la inmoralidad de un seductor, conducta nada recomendable para un monarca, aunque se trate de un rey emblemático del Renacimiento francés.
Precisamente esto hizo que Le Roi s’amuse estuviera prohibida durante varios años en Francia; en la Europa de la Restauración tras las guerras napoleónicas, el tema de Victor Hugo fue recusado, también en Austria de donde dependía en aquellas épocas gran parte del norte de Italia. Verdi y Piave habían seguido trabajando en la nueva ópera a sabiendas de toda esta oposición, y pocos meses antes de la fecha de su estreno se supo que el libreto había sido vetado por el gobernador militar de Venecia. Afortunadamente, la intervención acertada del director del teatro La Fenice, y la buena disposición de los autores aceptando algunos cambios, solucionaron el conflicto, la obra pudo estrenarse – al día siguiente de la primera representación se cantaba La donna è mobile por las calles, según se cuenta – y es una de las diez óperas, como señala Roger Allier, “más apreciadas y representadas del mundo”.
Entre los cambios de la obra teatral a la ópera, figuran éstos: Triboulet pasará a ser Rigoletto (en francés “rigolo” es algo que nos hace reír, y no olvidemos que hablamos de un bufón), el rey y su corte francesa serán el Duque de Mantua (inexistente en el XIX), y el título es el de su personaje central, Rigoletto. Por un tiempo, Verdi y Piave la llamaron La Maledizione, las dos palabras de Rigoletto con que termina la obra, la maldición que Rigoletto recuerda con horror lanzada contra su persona por un padre deshonrado… Rigoletto, el bufón jorobado, se mueve entre el amor a su hija y el odio al Duque del que quiere preservarla a toda costa, aunque no lo llega a conseguir, planteándose así una historia de venganza con un trágico e insospechado final.
La compañía Estudio Lírico y su directora general Belkys Dominguez nos ofrecen un espléndido reparto, con Carlos Andrade y Leopoldo Rojas en el papel de Rigoletto, Johana Simón y Graciela Armendáriz, en el de Gilda, Gustavo Casanova y Sergio Escobar en el Duque de Mantua, y Ulises Fuentes y Javier González en el de Monterone. La Orquesta Mediterránea y sus treinta profesores con Sergio Kuhlmann a la batuta y la dirección escénica de Jesús Cordón, sumarán todo su buen hacer para que esta puesta en escena sea un gran éxito.
Así lo deseamos.
María Teresa García Hernández