Algunos pensamientos de esta novelista próxima al Nouveau Roman del siglo XX francés se escuchan en la obra recientemente estrenada en el Teatro Real, entre el ballet de gestos de dudoso gusto (temblores, convulsiones) y el fantástico coro al que se le pide correr, saltar y revolcarse en algunos momentos por el escenario, además de su trabajo que es cantar: en este caso, interpretar unas composiciones que para muchos son la cumbre de la música. A pesar de todo ese ejercicio, en C(h)oeurs hay que destacar las magníficas actuaciones del Coro Intermezzo, dirigido por Andrés Máspero, y desde luego, la interpretación impecable de la Orquesta Sinfónica de Madrid, bajo la dirección de Marc Piollet.
En el estreno, el espectáculo ha recibido aplausos, pero también una protesta importante de parte del público.
Marguerite Duras (1914 – 1996), novelista -premio Goncourt en 1984- guionista y directora de cine, desarrolla su actividad literaria fundamentalmente a partir de 1950 hasta 1991, y su trabajo en el cine de forma casi paralela, de finales de los años 50 hasta los 80. Quizá la película con la que se la relaciona más es Hiroshima mon amour , dirigida por Alain Resnais (1959), de la que fue guionista y en la cual hay un protagonista especial, el diálogo. El diálogo entre una actriz francesa que viaja a Hiroshima para rodar una película pacifista de tipo documental, años después del final de la segunda guerra mundial, y un hombre japonés con el que tiene un encuentro intenso que le hace recordar la historia de su primer amor con un soldado alemán en la Francia ocupada durante la guerra.
Los diálogos, casi monólogos a veces, son frecuentes en la obra de Marguerite Duras; conversación entre dos personas, casi siempre por un encuentro más o menos fortuito, con acercamientos al compartir un mismo concepto de la felicidad, después ambas se alejan, se separan, como en su novela Le square. La vida de las almas se muestra desde el interior, tal y como son, sus palabras dejan al descubierto los corazones humanos. Los Corazones, que con los Coros (Coeurs – Choeurs) son la base de esta propuesta del Teatro Real, y la maravillosa música que interpretan, obra de Verdi y Wagner. También se oye otra música en algún momento, los latidos del corazón. Por cierto, para Marguerite Duras, la música es “la más alta instancia del pensamiento, en su fase no formulada, en su fase casi milenaria, arcaica” ; no sabemos qué habría pensado al contemplar la coreografía de Alain Platel para los ballets C de la B, bastante alejada de ese elevado concepto según nuestra opinión. Sin embargo, el punto provocador y rebelde de esta escritora quizá le hiciera acercarse al espectáculo con cierta curiosidad y acabar compartiendo sus planteamientos.
En C(h)oeurs, unas frases de Marguerite Duras a lo largo de la representación intentan hacer reflexionar, a veces de manera muy incisiva, sobre la actitud y el comportamiento del hombre hacia los demás, y al propio tiempo, sirven de nexo entre las diferentes piezas corales. En realidad son pensamientos suyos que conforman su autorretrato. Son sus palabras literales en los micrófonos de Radio-France, recogidas por Jean-Marc Turine a partir de programas emitidos de 1954 a 1991 con entrevistas, adaptaciones y grabaciones en relación con esta autora “ seria y alegre, auténtica y provocadora, atenta y categórica, pero ante todo libre, generosa, joven y rebelde”: así se la define en la presentación de la obra, libro y 4 CD, Marguerite Duras, Le Ravissement de la parole de Jean Marc Turine, en la Collection Les Grandes heures Ina /Radio France .
Maria Teresa García Hernández