El Relámpago, título incluido en la programación de los Conciertos Líricos, se ha presentado al público los días 14 y 15 de abril, con una gran acogida por todos los espectadores y un enorme entusiasmo de las personas que han intervenido en su producción.
No ha sido ninguna sorpresa el éxito de esta obra, sin embargo sí lo es el hecho de que haya estado prácticamente olvidada, a pesar de su calado en el público cuando se estrenó en 1857; la compañía de Opera Cómica dirigida por Francisco Matilla la subió al escenario hace pocos años, ahora el Teatro de la Zarzuela nos la ha ofrecido en una versión de concierto que ha sido muy aplaudida por el público y hemos podido percibir que el segundo día aún más, si cabe, que el primero. Un emotivo gesto del director de la Orquesta Titular del Teatro, José Miguel Rodilla, alzando la partitura del Maestro Barbieri al final de la 2ª representación, ha recibido una gran ovación de los asistentes, dirigida a uno de los autores que más gloria ha dado a la música española. Nadie como él ha sabido casar la fuerte influencia italiana, imperante en la época, con la música española más tradicional, la seguidilla, el polo… Y en El Relámpago hace ensayos de música cubana; en realidad, Barbieri no llega a pisar el suelo cubano, pero sí le interesa como gran músico que era, conocer y trabajar un folklore tan rico como el caribeño: de esta manera, Camprodón, el libretista de El Relámpago, la sitúa en Matanzas en lugar de Boston, la tierra del libreto de L’Éclair, obra en la cual está inspirado este Relámpago español.
Eso permite a sus autores introducir un coro de “negritos” divertidos y simpáticos que presentan un habla característica: Vino HEMANITA de señorita, Hoy ya CESÁ de TABAJÁ, ¡Ay que GUTO, qué PLASÉ!, son los títulos de varias de sus intervenciones, con una preciosa música por cierto, rítmica y sentimental según corresponda. Ese coro de hombres hace de nexo entre las situaciones y va contando el desarrollo de la trama. En esta versión en concierto, Lorenzo Moncloa, uno de los cuatro solistas, ha alternado su papel de tenor apoyando de forma magistral esta introducción al argumento a lo largo de la obra con unas frases habladas, las justas: una muy acertada presentación que consigue la total conexión con el público.
Se ha cambiado el orden original, el aire de tango¡Ay qué guto, qué plasé! al que antes nos referíamos es en realidad el cierre de la obra; un final que en el momento del estreno se cuenta que los espectadores corearon llenos de entusiasmo, sin duda una de las razones de la gran aceptación que tuvo entonces El Relámpago. En esta versión está incluido entre el segundo y el tercer acto, relajando la tensión de la trama en que Enriqueta, una de las dos hermanas protagonistas, acaba de desmayarse al entender que Léon, el marino del que se ha enamorado después de ayudarlo en su ceguera causada por el relámpago fatal, la confunde con su hermana Clara al recuperar la vista. Todo quedará después aclarado y el final será feliz. El argumento es una historia romántica, ni mejor ni peor que el de otras obras de este estilo, pero lo que sí debemos reconocer a Camprodón es su lenguaje poético, que en muchos momentos alcanza gran belleza: en la romanza Cuando mi alada corbeta, León hace un canto a su navío lleno de fuerza y hermosas imágenes, el dúo de Enriqueta y León, Mira qué enamorado me tienes, niña, o la romanza de Clara ,Si a consultar la fresca margarita, son testimonios de la inspiración poética del libretista.
La interpretación ha sido memorable: Ana María Sánchez (Enriqueta), Yolanda Auyanet (Clara), José Luis Sola (León) y Lorenzo Moncloa (Jorge), el Coro dirigido por Antonio Fauró y la Orquesta de la Comunidad de Madrid, bajo la dirección de José Miguel Rodilla. Tanto el Coro como la Orquesta, como es sabido, son los titulares del Teatro.
Una magnífica iniciativa del Teatro de La Zarzuela, dar a conocer obras muy poco representadas en los últimos tiempos, además de representar las que figuran en el repertorio clásico.
María Teresa García Hernández