lunes, noviembre 25, 2024
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La Casa de la Moneda acoge la exposición ‘Pinceles de acero’

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El jueves 10 de mayo se inaugura la muestra “pinceles de acero” en la Casa de la Moneda. Muestra que permanecerá abierta al público hasta el 24 de junio. Las casi cien obras expuestas son una pequeña selección de la inmensa obra gráfica de François Maréchal, en la que conviven todo tipo de técnicas: buril, xilografía, madera a la testa, madera al hilo, aguafuerte, aguatinta, manera negra, etc.

Coincidiendo con la exposición, Maréchal impartirá una serie de clases magistrales a los alumnos de la Escuela de Grabado y Diseño Gráfico de la Fábrica nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda.

Dominador de todas las técnicas de grabado y autodidacta en algunas de ellas, François Maréchal toca todo tipo de temas, siempre con un lenguaje propio. Alejado de modismos y sin caer en arcaísmos, con una habilidad manual fuera de lo común, un pulso increíble y una paciencia casi infinita ha construido su inmensa obra, que deja ver su continuidad en el trabajo y le convierte en un clásico.

En un tiempo dominado por los procedimientos fotoquímicos, para Maréchal “monótonas imágenes sin alma”, y tras la victoria de la informática y del audiovisual, este artista grabador, convencido de que su profesión de está en vía de desaparición, aspira a conseguir un día que una misma obra conjugue libertad con ciencia, sobriedad con sustancia, inteligencia y poesía con amor de bellas materias y respeto de la buenas herramientas. Mientras tanto elogia a todos aquellos que practican el beau métier de grabar.

Devoción por la madera

El artista aprendió a grabar en madera sólo, cuando casi nadie lo hacía en España, primero al hilo y más tarde a la testa. Para Maréchal, el grabador en madera es como un escultor, como un leñador con su hacha o un cirujano con el bisturí, protegido en sus actos por la ley de su oficio, que no permite falsos movimientos, errores ni aventuras irreparables.

Su preferencia por la madera se debe al carácter vivo y natural de este soporte, a la calidad de sus fibras y sus vetas, a sus nudos e imperfecciones. Entre
todas las maderas que ha trabajado prefiere la de boj, que lentamente curada y secada, cuidadosamente pulida como el marfil, es para él la mejor compañera.

Tampoco olvida al delicado peral, al denso arce, al apretado grano de haya, ni al nogal de los armarios o las maderas de las cajas de frutas, de puros habanos o de Camembert. Para Maréchal no existe madera vil.

Todas valen para el resultado final: la estampa xilográfica.

Adriana García

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