La cornisa Cantábrica alberga en sus cuevas el arte rupestre paleolítico más importante de toda Europa y una de las manifestaciones culturales más relevantes de la historia de la Humanidad. Considerado Patrimonio de la Humanidad, constituye un testimonio excepcional de una civilización desaparecida, no solo por su carácter estético, sino, desde un punto de vista histórico, por la etapa crucial de la evolución que representa, dado que es la primera manifestación artística de la especie humana.
Las cuevas de Altamira (Santillana del Mar) y El Castillo (Puente Viesgo), ambas en Cantabria, y la de Tito Bustillo, en Ribadesella (Asturias), albergan pinturas con edades más antiguas.
Según la última datación realizada, publicada esta semana en la revista americana Science, indican que en El Castillo hay un disco rojo del «Techo de las Manos» que fue pintado hace 40.800 años.
Esta investigación ha permitido, además de datar el que hasta la fecha es el arte paleolítico más antiguo de Europa, asegurar que hace 35.000-40.000 años el arte rupestre era una forma de expresión extendida entre los grupos humanos.
Además, permite probar que las primeras poblaciones de Homo Sapiens que llegaron al Viejo Continente tenían un alto grado de capacidad simbólica que se concretó en la realización de figuras en cuevas y dejar abierta la posibilidad de que los últimos Neandertales realizaban, también, motivos rupestres.
En este estudio han colaborado investigadores de las siguientes universidades: Universidad de Cantabria, Universidad del País Vasco, Universidad de Alcalá de Henares, Universidad de Barcelona y las universidades británicas de Bristol y Sheffield.
Juan del Rey