«Con su desaparición, se pierde una manera de cantar llorando, un quejío inigualable, una expresividad fuera de lo común», lamenta el cantautor Joaquín Sabina la muerte ayer en México de su amiga Chavela Vargas, una «maestra» en «perder la voz» al tiempo que ganaba «un estilo».
El perfil oficial de la cantante mexicana de origen costarricense en Facebook ha publicado esta carta abierta de su colega de profesión y amigo Joaquín Sabina, titulada «Quién pudiera reír como llora ella», en la que el cantautor admite que cuando vio por televisión la noticia de la muerte de Chavela le invadió «un llanto irreparable».
«Lo que nunca me había sucedido», afirma Sabina, quien asegura que siempre se culpó «por no ser capaz de llorar» con la muerte de sus padres, «pero esta vez -confiesa- me venció el desconsuelo».
Sabina recuerda que nunca se tomó copas con sus ídolos: Bob Dylan, Leonard Cohen o Brassens. «Y sí con Chavela, con la que -escribe- he cantado y nos hemos abrazado y reído hasta hartarnos. Todas esas veces cuentan y contarán siempre entre las más grandes cosas que me han sucedido en la vida».
«Yo vivo en el bulevar de los sueños rotos», le dijo Chavela a Sabina hace veinte años en la sala Morasol de Madrid, nada más presentársela el cineasta Pedro Almodóvar, frase que le valió para escribir una de sus canciones más famosas.
En ese momento, ella «ya se había recuperado de su alcoholismo», después de haberse bebido «algo así como 1,8 millones de botellas de tequila», pero cuando le veía a él beberlo le decía: «Joaquín, ese tequila es muy malo; el bueno de verdad ya nos lo bebimos José Alfredo Jiménez y yo».
Sabina, al conocer la muerte de su amiga, sintió la necesidad de bajar al bar «a tomar uno a su salud, aunque el brebaje sin ella siempre será de los malos», asegura.
La primera vez que se conocieron, añade, se fundieron «en un largo abrazo» del que nunca se libraron «hasta ayer mismo», aunque lamenta que durante la última estancia de la artista en España, el pasado mes de julio, no pudieran verse por estar él de gira.
Con la desaparición de Chavela, según Sabina, se pierde «una manera de cantar llorando…Unos cojones y unos ovarios nunca vistos en la música popular desde la muerte del bandoneista Ricardo Goyeneche».
«Ella no vendía una voz, vendía un estilo. Era una maestra en perder la primera al tiempo que ganaba lo segundo», algo en lo que él, afirma, tiene «mucho que aprender».
En estos momentos de pérdida, concluye el cantautor, se dice: «¡Quién pudiera reír como llora Chavela¡», y recuerda las palabras de Almodóvar en las que aseguraba que «desde Jesucristo, nadie ha abierto los brazos como ella».