“Algunas mujeres se preguntan cómo tener un orgasmo. Yo me pregunto cómo detenerlos”. Es el lamento de Kim Ramsey, de 44 años, que llega a tener hasta 100 orgasmos al día.
Esta mujer declaró al periódico The Sun que fue en 2008 cuando detectó que lo suyo no era normal. Después de mantener relaciones con su pareja, siguió llegando al clímax durante cuatro días. “Pensé que me estaba volviendo loca”. Ella y su chico lo intentaron todo para intentar que parara. “Me ponía de cuclillas, me senté sobe guisantes congelados, respiraba profundamente, pero los orgasmos y la excitación sexual continuaron durante 36 horas. Debí de tener 200 orgasmos durante ese tiempo. El dolor y el cansancio fueron insoportables”, explica Ramsey.
Y es que, lo que le pasa a Kim no es un mal menor. Se trata de un trastorno de excitación genital permanente (TEGP) o Síndrome de Excitación Sexual Persistente (PSAS). Es una enfermedad por la que cada acto que haga a lo largo del día le provoca un orgasmo. Así es que, mover la pelvis, ir en tren, en coche o hacer las tareas domésticas la llevan a ese grado de excitación. Esto también le impide llevar una vida sexual normal por el agotamiento y el dolor que le provoca.
Según The Daily Mail, los facultativos creen que el síndrome fue causado al caerse por unas escaleras. Lo que le causó un quiste de Tarlov en la columna vertebral, punto donde se origina el orgasmo femenino.
La enfermedad hace que KIm deje de tener control sobre su cuerpo. “He llegado a tener orgasmos en público. Una vez viajaba en tren y, con cada sacudida y vibración, me iba sintiendo más excitada. Fue un viaje de 40 minutos y no pude hacer nada por evitarlo. Sólo morderme los labios y esperar que nadie se diera cuenta”.
A pesar de los comentarios que este caso pueda ocasionar, lo cierto es que las sensaciones que produce el TEGP no se basan realmente en el deseo sexual porque es ajeno a la libido.
Redacción Estrella Digital