domingo, diciembre 1, 2024
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Desde que el hombre bajó por primera vez del árbol primordial para aventurarse por un nuevo mundo desconocido, cogió el primer palo o primera piedra para influenciar o dominar ese nuevo medio, su aventura no ha parado.

A través de diversas fases y multitud de formas de entender ese medio, el ser humano ha sabido adaptarse en cada época a una nueva necesidad de la especie para poder crecer y acomodarse mejor a la realidad competitiva de la naturaleza en que nos movemos. La edad agraria y la decisión de dejar de ser nómadas para pasar a permanecer en un mismo sitio, permitiendo la especialización de los miembros de esos primeros núcleos de sociedad ha facilitado por un lado, acelerar la capacidad del hombre para estudiar y entender mejor su medio y, por otro, mejorar los mecanismos de comunicación entre esos nuevos núcleos de sociedad, poniendo, de la misma forma que hace miles de años al bajar del árbol, el germen del cambio para alcanzar nuestra condición actual. En ese escenario los principales factores productivos y elementos de riqueza eran la tierra y el arduo trabajo.

El conocimiento ha sido durante muchos siglos algo difícil de generar, almacenar, transmitir y compartir

Durante siglos, esas dos realidades humanas fueron avanzando de forma paralela, realimentándose de forma continua y con un impacto cada vez mayor sobre la capacidad de la especie humana para entender e intervenir sobre su ecosistema. Del hombre a pie, al hombre a caballo, al hombre motorizado, que llevó la sociedad a la era industrial, donde la capacidad de fabricar y comunicar proporcionó riqueza a la especie humana y la llevó a nuevos niveles socio-económicos y a un PIB universal que no ha dejado nunca de crecer. Una riqueza que se sustentaba sobre el factor productivo del trabajo y del capital necesario para crear las infraestructuras adecuadas para los modernos proceso de fabricación.

Cuando finalmente a principios del siglo XX aparece la electricidad y la capacidad de comunicarse a través de la misma, el hombre está a punto de crear una nueva revolución multiplicadora de las capacidades humanas mucho mas rápida que las anteriores llegando a la era de la información y de la sociedad del conocimiento, la que estamos ahora mismo a punto de dejar atrás.

El conocimiento ha sido durante muchos siglos algo difícil de generar, almacenar, transmitir y compartir, pero fruto de la evolución actual ahora el conocimiento es fácil de producir y compartir transformándose en algo que poco valor añade por sí mismo si no es debidamente interpretado y procesado.

La capacidad industrial ha sido exportada a los países emergentes, principalmente asiáticos, que se han transformado en las maquinas industriales del siglo XXI mientras la sociedad occidental se ha acomodado ante la idea de que el conocimiento pasado, presente y futuro se quedaría plácidamente entre las sociedades occidentales. Hoy la realidad es completamente diferente dado que el fruto de la ubicuidad o generalización del conocimiento ha dejado de tener valor y es accesible para cualquier sociedad. En este sentido, potencia la competitividad
en términos de igualdad entre las sociedades más avanzadas.

Las sociedades creativas mezclan ocio y trabajo en una unión delicada y frágil

Entonces, ¿cómo puede competir la sociedad occidental? Si tiene menos población y menos capacidad industrial, igualdad de acceso al conocimiento y siendo la velocidad de la comunicación igual para todos….

La respuesta la encontramos en la utilización de los nuevos paradigmas del diseño y de la creatividad.

De la misma forma que la sociedad del conocimiento vive de la clasificación, categorización y organización del conocimiento para su posterior utilización, la sociedad del diseño y de la creatividad recoge esa base desarrollándola en experiencias y en el talento del individuo dentro del grupo consiguiendo sintetizar nuevas formas y vías de comunicación, información, investigación… complementarias que ayudan a la realimentación del grupo. Asimismo, las sociedades creativas mezclan ocio y trabajo en una unión delicada y frágil en la que los dos elementos, hasta hace poco tiempo incongruentes, se mezclan en un cóctel productivo de alto voltaje capaz de multiplicar la capacidad del individuo para generar valor añadido propio y del equipo, mezclando en un filigrana de compleja delicadeza el conocimiento, la innovación, el diseño y la estética como base de nuevas ideas capaces de romper con las barreras de las tradiciones y con el conservadurismo de las organizaciones convencionales.

El resultado es un impulso brutal de las economías que consiguen crear las condiciones básicas necesarias para atraer, retener y fomentar el talento creativo en una competición global por dominar el próximo ciclo de desarrollo de las sociedades y economías creativas.

Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

Daniel Parente

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