lunes, noviembre 25, 2024
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Flamenkas: surrealismo por alegrías

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Decir que Madrid es una ciudad llena de sorpresas, puede resultar una afirmación insultante por su obviedad. Sin embargo, no todas las sorpresas tienen las mismas características, el mismo regusto o, en definitiva, el mismo cariz.

El espectáculo FLAMENKASS, que actualmente podemos ver en la Fundación Casa Patas de la capital, es una de esas sorpresas deseables que contiene todas las connotaciones que dicho vocablo encierra en su acepción más positiva: imaginación, alegría, expectación y… desconcierto. Sí, desconcierto, si entendemos éste como la habilidad de los intérpretes y la genialidad de su argumento para que, en ningún momento, la función decaiga y, lo más importante, para que el espectador nunca dé por hecho ni por sabido lo que ha de venir.

Estamos ante un cabaret flamenco, donde la prosapia del Madrid de barracón de Gómez de la Serna, el esperpento valleinclanesco y el expresionismo castizo de Solana, se decantan y transforman en unos personajes y unas situaciones absolutamente surrealistas, ese surrealismo que, de algún modo, tanto define nuestra cultura popular, siendo quizá, por ello mismo, la más sabia de las culturas.

El desenfadado argumento, trufado no obstante por algunas notables reflexiones, provoca la sucesión de una serie de números hilarantes en unos casos, reivindicativos en otros y surrealistas, insisto, siempre, donde se conjuga el teatro en estado puro con bulerías, alegrías o soleares, todo ello fantásticamente interpretado, en su baile y en su cante, por sus protagonistas: Ludy Ruiz (Polilla), Julia Murillo (Malas Hierbas), Pepa Chacón (Urraca), Pablo (El Toro) y Amalia Hornero (La Pimentona), quien es, asimismo, la autora del texto y directora de la representación.

Sin duda, lo es que evidente a lo largo de esta función, es el homenaje que se le brinda a aquellas flamencas de otros tiempos, mujeres anónimas en muchos casos, que en las primeras décadas de la pasada centuria tuvieron que luchar contra viento y marea por y con su arte, que se vieron obligadas a lidiar, el término no es baladí, por ellas mismas, por el amor y por su independencia, léase libertad.

Ello no es óbice, sin embargo, para que encontremos en FLAMENKASS múltiples guiños irónicos hacia alguna de las parcelas más destacadas de eso que se ha llamado España de pandereta, y aquí se incluye no sólo determinadas tradiciones, sino también determinadas prácticas políticas y empresariales tan de actualidad en nuestros días.

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