Si ustedes han visto que en el Teatro Real se representa Don Giovanni, compuesta por Mozart sobre un libreto de Lorenzo da Ponte, deben saber que no es cierto. Se trata de una curiosa obra nueva, escrita por el director de escena llamado Dimitri Tcherniakov, que lamentablemente utiliza la música de Mozart y las palabras de Da Ponte para llevar a cabo su propia obra.
En esta confusión de autores, el público del Real se vio sorprendido e incluso, lógicamente algo defraudado, por lo cual se montó un escándalo en el estreno. Ellos iban a ver y escuchar las andanzas de un mito: Un burlador de Sevilla de Tirso, un Don Juan de Zorrilla o un Don Giovanni de Da Ponte y se encontraron con las patéticas últimas horas de un «yonki» que habitaba, únicamente, en el maravilloso comedor de una mansión más apropiada para llevar a cabo un montaje de la versión teatral de 10 negritos de Agatha Christie que de una obra que precisaba de más escenarios.
En otras ocasiones, menos osadas, se puede hablar de que la música de Mozart lo arregla todo. Pues no. Aquí no. Es más, condiciona todo el espectáculo; empezando por la dirección musical a cargo de Alejo Pérez, la cual podemos definir como «prudente» (en especial en los plúmbeos recitativos), con todo lo que este adjetivo tiene de positivo y también de negativo.
Los cantantes intentaron cumplir con más o menos fortuna las instrucciones que el Director de Escena les indicó, aunque estas, supongo, eran más cercanas a la «luz de gas» que a unas auténticas directrices.
Así que hay poco más que decir.
Solo un ruego al señor Mortier, Director Artístico del Real: Don Gerard, con todo respeto, usted tiene la responsabilidad de este teatro que está en la capital de un Estado que lo está pasando mal. Tiene subvenciones y patrocinios. Por favor: un poco de sensibilidad; no se gaste estos generosos recursos en tonterías. Y si es así, gásteselas con artistas españoles. Por lo menos el dinero se quedará aquí.
De Concha Carbajo para Estrella Digital