Durante este viernes varios eventos musicales recorrerán los barrios madrileños Conde Duque, El Retiro y el Templo de Debod con el fin de celebrar el Día Europeo de la Música. Sin embargo la situación de las trece Escuelas Municipales de Música y Danza es alarmante, ya que la alcaldesa de Madrid no lo considera un servicio esencial y cree que «debe disfrutar de él quién se lo pueda pagar».
Esas fueron las palabras que Ana Botella pronunció en septiembre del año pasado cuando decidió triplicar las cuotas de matrícula y retirar el 100% de las subvecniones que el Consistorio proporcionaba a Música Creativa y Soto Mesa, las dos empresas encargadas de gestionar las trece escuelas de música y danza municipales.
Triplican las tarifas
En el curso 2012/2013, el coste mensual de las asignaturas de la etapa 1 (Música y Movimiento) ha pasado de 21,80 a 60,48 euros. La Formación musical e instrumental de la segunda etapa ha experimentado un incremento de aproximadamente cien euros y la agrupación instrumental de la tercera etapa supuso subir de 10,53 a 29,22 euros. (Ver cuadro)
“El Ayuntamiento avisó del cambio de tarifas sólo seis días antes de empezar el curso lectivo, cuando el 98% de los alumnos ya estaban matriculados”, cuenta Amelia Caro, directora gerente de Música Creativa.
Como era de suponer, este recorte no ha dejado indiferente a nadie ya que ha supuesto una fuga de un tercio de los alumnos matriculados, un miedo evidente por parte de las empresas a tener que bajar el sueldo de los profesores o tener que cerrar y una reducción de la calidad de la educación. “Como padre me preocupan dos cosas fundamentalmente: el precio del servicio y la calidad con la que se imparte. Muchos alumnos siguen matriculados, pero solo pueden recibir la mitad de horas de clase”, señala Ignacio Vigueras, presidente de la asociación de padres de las escuelas de música del Ayuntamiento de Madrid.
Aun así, el estropicio ha sido menor de lo que que se esperaba debido a que las empresas gestoras, Soto Mesa y Música Creativa, decidieron subvencionar un tercio del coste a los alumnos perdiendo 1.200.000 euros de sus beneficios. Se trata de una medida paliativa para afrontar el primer año de cambios, pero ambas empresas saben que no podrán seguir en esta situación más tiempo. Piden soluciones, pero el Ayuntamiento evita darles el pliego de condiciones para el nuevo periodo lectivo. “Las matrículas ya están hechas y no tenemos ni idea de cómo van a ser las cuotas”, aclara Amelia.
Difnificando el sector
Con ese objetivo, las empresas gestoras han firmado esta semana un convenio colectivo para “dignificar” el sector y evitar que empresas de actvidades muy variadas se entrometan en la materia y tengan poder de decisión. “Todas las actividades cuentan con un convenio propio que les regula. En la música se entrometían otras actividades que no tienen nada que ver como peluquería y estética, tiempo libre y asuntos sociales. Esto tenía que cambiar”, explica Amelia Caro.
“Música para todos”
Padres, alumnos y profesores critican la opacidad con la que el Ayuntamiento está tratando el conflicto y defienden la necesidad vital de la música, “un componente fundamental en la formación y crecimiento de niños, adolescentes y adultos y un proceso básico en las etapas de socialización de la persona”, aclara Vigueras.
Sin embargo, Juan Balboa, jefe de prensa del área de Familia y Servicios sociales no coincide. “Las trece escuelas de música no corresponden a una enseñanza reglada, son un complemento. Desde el Ayuntamiento hemos decidido priorizar cosas más importantes como los servicios sociales”, explica justificando las palabras de Ana Botella. “Hemos dado muchísimo dinero a la música durante años, pero los recortes llegan y no afectan a todos”.
Para Amelia no es tan sencillo: “Creo que nuestros políticos no han experimentado lo que la música aporta al ser humano. Debemos hacer realidad el eslogan europeo: -Músia para todos-. Para todas las personas y para todos lo estilos. Suiza ya lo ha incorporado como derecho fundamental en su Constitución. Hagamos lo mismo”, concluye Amelia Caro.