-Cara de bueno, papel de bueno…
-Bueno, lo del papel al menos parece que sí. Mi misión es precisamente la de investigar en la comisaría del Príncipe porque hay sospechas de una colaboración con una red yihadista en la comisaría y yo me hago pasar por un inspector jefe, como un topo dentro del cuerpo. Más adelante empezarán a sospechar pero nadie lo sabe.
-¿Ha sido más difícil «documentarse» en un barrio así o en una profesión como la de policía?
-La del barrio ha sido una experiencia muy buena, porque es como un personaje más de la serie, aunque la verdad es que cuando estuve por allí cinco días, a finales de enero, haciendo trabajo de campo, te miraban y era una situación extraña, tensa, en la que se respiraba cierta tensión. Respecto a lo de policía, he estado unos días en una comisaría, a través de un amigo que tengo, para impregnarme un poco del ambiente. La verdad es que no todo se puede extrapolar a la serie, porque, a diferencia de lo que ocurre en ésta, hay policías que disparan una media de un tiro a lo largo de su carrera y otros que ni tan siquiera eso. Si hiciéramos una serie muy realista no habría espectadores, sería muy aburrido.
-¿Quién puede quedar peor retratado en esta serie, el barrio ceutí o la propia Policía?
-La Policía no creo, porque hay una supuesta colaboración yihadista pero enseguida vemos que son policías normales. El barrio me gustaría decir que no pero no lo sé. Incluso se habló de cambiar el nombre porque al fin y al cabo el barrio es un escenario para contar una historia y sería una pena que estigmatizara, que saliese mal parado.
-¿Qué aporta esta serie a otras producciones anteriores de policías en nuestro país?
-Creo que cada serie policíaca que nace intenta aportar algo diferente y en este caso la principal diferencia está a nivel de realización, y no sólo por el sistema de croma, que le da otra dimensión. Esta tiene mucha verdad y además generalmente en las series policíacas en cada capítulo se resuelve un caso y en esta hay una trama central que atraviesa los 13 capíitulos, que está en todos.
-Lo que tampoco falta, como ya le ocurrió en «Alakrán enamorado», es su historia de amor, en este caso con Hiba Abouk…
-El esquema de la historia de amor se escribió hace 500 años, la de «Romeo y Julieta». Ese señor la escribió muy bien y los guionistas recurren constantemente a ella. En esta ocasión les separa la religión, porque ella está a punto de casarse y yo tengo éxito en mi trabajo por ser un hombre solitario y sería un riesgo el tener pareja tanto para ella como para mí. De todas formas, se aman desde el primer momento.
-Por sus últimos trabajos parece que se está especializando en temas de acción…
-Eso parece. Incluso hay una secuencia que mi personaje tiene que pelear con una táctica poco usual, kali eskrima, que es una especie de arte marcial que utilizan los militares peruanos, y los que nos adiestraban me dijero que daba gusto enseñarme porque se te me daba muy bien.
-Aunque hasta ahora no ha tenido mucho protagonismo en TV, ¿dónde se siente más cómodo como actor, en cine o en TV?
-En cualquiera de las dos plataformas. Es difícil ahora mismo decidir. Hace ocho años diría que en cine, porque egoistamente hay más tiempo para preparar y ensayar, no hay tanta inmediatez como en TV y se puede repetir varias veces para lograr la toma buena, pero en TV ahora comienza a haber personajes más interesantes que en cine.
-¿Y lo de trabajar con el croma?
-De momento hay ventajas e inconvenientes. Por ejemplo, en las escenas de coche, estás metido en él haciendo que miras y siempre tienes la duda de si casará la mirada más tarde, pero estás más tranquilo que si fueras en él en marcha, porque ahí estás más limitado. A mí me preocupa porque, aunque no sea guionista ni productor, todos tenemos una parte de responsablidad y el barrio no es solo peligroso.
«Mi generación tiene ansiedad por irse, pero la carrera de actor la tienes que hacer en tu país»
-¿Le vamos a seguir viendo por Hollywood?
-Por mí no hay ningún problema, cuando quiera puedo ir a Hollywood. Lo cierto es que nunca ni tan siquiera coqueteé con la idea de irme, fue unr egalo que me trajo la vida, una experiencia my bonita para conocer cómo trabajan allí, ya que estuve casi siete meses. Me gustaría repetir, pero la carrera la tienes que hacer en tu país. A los actores, sobre todo los de mi generación, les entra a veces ansiedad por irse, aunque también puede ser justificada, porque, a diferencia de otros que se fueron hace diez o quince años se fueron teniendo trabajo en España y ahora muchos tienen complicado el trabajar aquí.
-¿Se han olvidado de usted para la nueva entrega de «X-Men»?
-Llevan dos meses de ordaje, y no me han llamado, igual no tenía cobertura y no han dado conmingo. Lo cierto es que tengo firmado tres películas, pero de los malos sólo han llamado para esta nueva a uno.
-Después de haber trabajado en Hollywood, ¿tenemos mucho que envidiar todavía a esa industria?
-Me da un poco de pudor, porque de eso puede hablar Antonio Banderas o Javier Bardem, porque yo sólo he hecho una pequeña colaboración. Lanzándome un poco puedo decir que en cuestión de talento, en materia de actores, guionistas y equipo técnico, no tenemos nada que envidiar, que sólo es una cuestión de actitud. Ellos no sólo creen sino que defienden su industria y nosotros tenemos un pelín de complejo.
-¿Se ve ya como el sucesor de Javier Bardem?
-Me encantaría, pero siendo realistas no, por muchas razones. Somos una generación que somos muchos, muy formados y con muchas ganas de aprender, porque creo que cada generación va mejorando. Todos somos muy trabajadores, constantes y a todos nos encantaría ser el sucesor de Bardem, pero a mi me gustaría serlo en cuestión de trabajo, porque le he visto muy trabajador, muy humilde. Detrás de su éxito hay mucho trabajo.