-Regresa a TV como una de las malas de «Galerías Velvet»…
-Bueno, doña Blanca es la jefa del taller de costura, y es bastante estricta por decirlo de un modo suave, muy autoritaria, malhumorada, y especialmente contra Paula Echevarría, desde que se coló en su taller y la descubrió tocando uno de sus vestidos. Tiene una serie de tramas personales que hacen entender de donde viene esta amargura porque sino quedaría en una señorita Rotermeyer que ladra y nada más. Van pasando cosas que harán al pesectador entender cómo es.
-Con tanta moda y como jefa del taller, ¿va a tener que coser?
-Afortunadamente no voy a coser, porque soy muy torpe con las manos y se me da fatal. Estuve en un par de clases que dieron a las chicas, por lo menos para saber marcar los patrones o coser un botón, pero doña Blanca es la jefa y eso lo hacen sus oficialas.
-¿No le habían ofrecido otros proyectos televisivos antes que esta serie?
-Digamos que no me habían ofrecido nada atractivo. En realidad me habían ofrecido muy poca cosa y esto es lo primero redondo que me ha llegado.
-¿Qué es lo que más le ha gustado de este proyecto entonces?
-Tiene tantos elementos que todo el conjunto ha sido un regalo, empezando por la época, con esa estética con grandes decorados. Además, la productora Bambú cuida mucho los productos que hace, son muy rigurosos y detalllistas. También había trabajado Con Carlos Sedes, el responsable de la dirección, y tenía la certeza que el trabajo actoral iba a estar muy cuidado. Si a eso se añade que la trama es muy apasionante y el reparto es fantástico, con una mezcla fabulosa de actores jóvenes con veteranos…
-¿Tiene predilección por alguno en especial?
-Tengo una gran ilusión por poder trabajar con José Sacristán, es un regalazo.
-¿Qué supone ahora mismo la televisión para una actriz?
-Teniendo en cuenta que cada vez se hace menos cine y en condiciones más precarias, hacer TV es una estabilidad y tranquilidad laboral importantísima, sobre todo cuando las cosas se hacen bien. La ficción ha ido mejorando y no tenemos nada que envidiar a cosas que se hacen en otros países. No hay cine, pero por lo menos la tv que se está haciendo está mereciendo mucho la pena.
-¿Tan mal está ahora mismo el cine?
-Es un momento nefasto, y no sólo en el cine sino en todos los sectores. No hay una voluntad política ni en el cine ni en otros sectores de la cultura, no se considera prioritario en absoluto la cultura y se va muy a la contra. Se está ahogando a la industria y es una catástrofe, porque un país que no cuida su cultura ni a sus científicos ni a su sanidad ni a tantas cosas está condenado a quedarse en las catacumbas.
-Al menos en su caso parece que no le afecta tanto…
-Me afecta. Parto de que soy una privilegiada, pero ahora tengo que trabajar el cuádruple para ganar la cuarta parte que hace diez años. No me puedo quejar porque tengo proyectos, pero a nivel económico ha descendido todo tanto que ya me puedo matar a trabajar que no llego, y eso nos está pasando a todos en todas las profesiones.
-¿Le echa toda la culpa al IVA?
-No todo es culpa del IVA, pero sí ha sido la puntilla.
-¿Se puede salir de este pozo que parece sin fondo?
-Tardaremos mucho en recuperrarnos del daño que ya se ha causado pero las cosas todavía pueden ir aún a peor. La solución sería es que reaccionaran y se dieran cuenta de lo que está pasando y cambiaran ciertas cosas, como lo del IVA y ciertas políticas, o poner en marcha la ley del mecenazgo, que no se ponen de acuerdo. Una serie de cosas que prometieron y no se están haciendo.
-Siempre le quedará el teatro…
-La verdad es que ahora estoy terminando «La chunga» en el Teatro Español y luego me enrolaré en otro proyecto con Andrés Lima en el Circo Price que empezaremos en agosto para comenzar en septiembre. Es algo muy curioso sobre el capitalismo. Lima es el alma de Animalario y está planteando un trabajo en el que se mezcla lo teatral y lo circense.