Después de confesar recientemente que «Dios es el mejor marido que una mujer podría tener», Tamara Falcó ha vuelto a demostrar que su ferviente fe católica le obliga a asistir todos los días a la Iglesia porque si no sufre auténticos ataques de ansiedad.
«Si no voy a misa noto que tengo ansiedad, desasosiego; por eso voy todos los días. En una misa tomé la comunión y la hostia consagrada me supo a sangre. En otra ocasión vi al sacerdote convertirse en Jesucristo. Con esto me quedó claro que Jesús está realmente presente en la eucaristía», confesó la hija de Isabel Preysler durante una entrevista en la emisora Radio María.
Aunque Tamara está feliz con su nueva vida como mujer católica, centrada en la oración y en la ayuda a los demás, algunos de sus familiares no ven con muy buenos ojos tanta devoción, incluida su hermana Chábeli Iglesias -hija de Julio Iglesias e Isabel Preysler- quien no duda en mofarse de su religiosidad.
«Estábamos en casa de mi hermana Chábeli y ella decía: ‘Si algo te ha hecho daño, no hay forma de solucionarlo’. Y yo le contesté: ‘Claro que hay forma, ¡Jesús lo soluciona!’. Todo el grupo se rió de mí y Chábeli, que aún es como una niña pequeña me dijo: ‘¿Tú crees? Pues pídeselo'», reveló Tamara.
Sin embargo, la hija del marqués de Griñón asegura que no fue hasta hace poco cuando volvió a reencontrarse con Dios, después de sufrir un alejamiento absoluto de la doctrina cristiana al pelearse con un cura.
«A los 12 años discutí con un sacerdote y me fui alejando de la fe. Era una niña y me enfadaba con Dios porque oía que me decía: ‘Todo va a salir bien’. Y yo le respondía: ‘Pero si es todo un desastre’. Me cambié de la clase de religión a la de ética. Busqué la paz y la felicidad en el mundo material, pero cada vez me sentía más vacía. Comencé a leer la Biblia y cuando llegué a los 10 mandamientos pensé: ‘Si esto se hubiera seguido, nadie me hubiera hecho daño'», señaló.
Al comenzar su «conversión» -como Tamara define su vuelta a la religión católica- necesitó un retiro espiritual para poder hablar con Dios, y fue durante ese momento trascendental en el que mantuvo una reveladora conversación con su padre; charla en la que se dio cuenta de que las personas que no hablan con Dios son las más perjudicadas.
«Cuando empecé mi conversión le pregunté a mi padre si él hablaba con Dios, y me dijo: ‘Los que hablan con Dios acaban fatal’. Y yo le dije: ‘No, los que no hablan con Dios son los que acaban fatal'», señaló.
Tamara no dudó en afirmar que una de las personas alejadas por completo de la fe católica es el actual marido de su madre, el exministro Miguel Boyer, algo que no agrada en absoluto a la hija de Isabel Preysler.
«Mis padres se separaron cuando yo tenía 3 años. Mi madre se volvió a casar, pero la persona con la que se casó no era creyente», aseguró visiblemente apenada Tamara; unas palabras que rápidamente fueron matizadas por el padre de Prada, presente en la entrevista: «No era ni es, pero rezamos por él, ¿verdad?». Pregunta que Tamara no dudó en contestar: «Exactamente, rezamos».