-‘Monólogos y locuras’, ‘Monólogos de Vaquero y Nacho’… ¿Lo de menos es el título para un espectáculo como el suyo?
-Sí, en espectáculos de humor el título importa realmente poco, es más por ver qué poner en el cartel. Lo importante es que somos nosotros los que estamos en el escenario y que allí cada uno cuenta lo que quiera, dependiendo de cómo tenga el día.
-Digamos entonces que lo importante es reírse en un país que no está para muchas bromas precisamente…
-Lo primordial es reírse, esté el patio o no para bromas.
-¿Tienen ustedes más trabajo ahora precisamente por estar en esta época de crisis o por ese motivo han bajado los «bolos»?
-Ni más ni menos. Las cosas están tan mal que lo que desde luego no podemos hacer nosotros es quejarnos. El trabajo de un cómico varía mucho, unos días estás trabajando en tu casa, otros en otro sitio, lo mismo estás haciendo cosas muy distintas, elaborando guiones… Es muy difícil saber si el trabajo está mejor o peor, pero gente con ganas de reírse y de hacer reír ha habido siempre. Lo que sí se puede decir es que ganas de reirnos tenemos siempre igual.
-¿A un cómico como usted le molesta la palabra «chiste»?
-No, me hace risa. A mí me gustan mucho los chistes, y si son malos mejor, porque los buenos según te los cuentan se olvidan, mientras que los otros están contigo toda la vida.
Los chistes si son malos, mejor. Los buenos se olvidan según te los cuentan
-Lo decía porque ahora lo que dicen que prima es el «humor inteligente»…
-Eso es más ofensivo, porque yo no soy muy inteligente.
-¿Pero existe en este país ese «humor inteligente»?
-Si existe yo no lo he encontrado. Y si me han contado algo que fuera humor inteligente no lo he pillado. Lo que sí sé es que existe el gracioso, y el que no lo es, pero el inteligente…
-¿Cuál es su principal fuente de inspiración? Y no me diga «la vida misma»…
-Ninguna en general. Como puedes hacer humor sobre cualquier cosa que te ocurre, aunque no quieras buscar inspiración te van a pasar cosas. Si te toca fregar el suelo de casa también puedes hacer un monólogo sobre eso. Eso sí, todo el mundo se cree que sacamos la inspiración de salir de fiesta y de correrte juergas, y no se dan cuenta que cuando te corres una juerga ya no te acuerdas de nada al día siguiente.
-¿Huye de temas tan recurrentes hoy en día como pueden ser los políticos?
-Si huyes de eso, al margen de que lo haga mucha gente o no, que tampoco lo sé, es porque estamos tan cansados de oír de eso que cuando te quieres reír piensas en otras cosas, porque te quieres olvidar de ellos. Cuando ves los informativos y no paras de escuchar los mismos nombres todos los días si por la noche vas a un bar a escuchar un monólogo quieres oír otras cosas.
-¿Le cuesta mucho tiempo hacer un monólogo?
-No, es tener un día tonto, aunque al final es un trabajo, porque te tienes que poner todos los días. No es algo que se pueda medir en tiempo, porque unas veces tardas más y otras menos.
-¿Y un espectáculo como el suyo?
-Un espectáculo como el nuestro ahora sí, porque más que ser fruto de sentarte a escribir es fruto de haber estado mucho tiempo actuando juntos, porque empezamos a actuar cuando empezamos a hacer monólogos, hará ya más de diez años. Fruto de tantos viajes y actuaciones juntos ha salido el espectáculo.
-¿Pretenden ser los nuevos Faemino y Cansado?
-No, no podemos. No llegamos a ese nivel.
-Después de ver alguno de ‘El club de la comedia’, ¿cualquiera puede hacer un monólogo?
-Sí, porque yo también he estado, pero no creo. Luego es muy difícil, cuando lo ves por la tele parece muy fácil hacerlo pero cuando fui me quedé en blanco en un ensayo. Ha sido la única vez que me ha pasado en mi vida. Pensé que me lo sabía de memoria y no me acordaba, tuvo que venir alguien corriendo a chivarme.
-Pero el que los famosos se hayan apuntado a lo del «monologueo», ¿les perjudica o les beneficia a los cómicos como usted?
-No lo sé, pero cuando yo fui los famosos se sabían todos sus textos y el que no se lo supo fui yo. No perjudica, al revés. Eso sí, luego hay alguno que te pide consejos para hacer monólogos, como si esto fuera algo que tú sabes hacer y los demás no, cuando en realidad para hacerlos lo único que tienes que hacer es que te apetezca y te guste y atreverte. Luego unos días te saldrán mejor o peor, pero si te acostumbras terminarás haciéndolos todos los días y a lo mejor puedes tener la suerte de dedicarte a ello.
-¿Y ‘Caiga quien caiga’ le ayudó o le perjudicó en su carrera?
-Me ayudó mucho, porque además me lo pasé muy bien. Todos los programas que he hecho y los sitios por los que he pasado me han ayudado, en todos aprendes algo.
-¿Cree que todavía tendrían cabida en nuestra TV programas de ese tipo?
-En la TV sí tiene cabida ese «humor inteligente» del que hablábamos, incluso hablando de temas políticos. Programas que además funcionan y que ve la gente, como el de Wyoming o el de Évole.
-¿Pone a Évole a la altura de Wyoming?
-En este caso sí, porque son dos personas que saben tratar la política con humor, aunque sea desde un punto de vista diferente.
-¿Su objetivo es poder ser tan famosos como ellos?
-Lo único que buscamos nosoros es que se ría la gente y que dentro de 20 o 30 años podamos seguir haciendo monólogos como hasta ahora. Eso es lo único que queremos hacer.