A priori no pide mucho, pero sí exige que todo se lleve a rajatabla. Comer sólo pescado, agua y ensalada y no tener sexo durante 30 días son los principales requisitos que exige el cubano Osmin Hernández para llevar a cabo «El método Osmin», el mismo que ha hecho seguir a famosos como Madonna, Matt Damon, Matt Whalberg, Mariah Carey, Jon Secada, Mickey Rourke o la mismísima Ana Kournikova.
Avalado precisamente por esa labor de entrenador personal de famosos, como por su éxito en una televisión estadounidense, Cuatro ha terminado el pasado fin de semana el rodaje de ocho programas con los que, bajo el mismo título, ha intentado ayudar a nueve españoles anónimos no sólo a cambiar su aspecto físico sino también sus propias vidas, venciendo sus miedos.
Y es que lo mejor de todo es que, como puntualiza, Osmin, «mi método proporciona las herramientas necesarias -fuerza de voluntad, disciplina y seguridad- para conseguir la meta que te propongas», por lo que «si logras superarlo no hay ningún obstáculo que no puedas salvar».
Los afortunados, o quizás no tanto después de someterse a las duras pruebas que han tenido que soportar, son una joven que no para de mirarase en los espejos, un hombre que quería recuperar su peso despúes de que su mujer le abandonara, una pareja gay, un hombre en plena crisis de los 40, un fanático de los videojuegos, dos mujeres con sobrepeso y un chico que quería superar las oposiciones para Policía Nacional. Ellos fueron los escogidos de un casting al que se presentaron más de 3.000 personas.
Osmin Hernández, que llegó a Miami como «balsero» y que tuvo su primer trabajo en el restaurante de Gloria y Emilio Estefan, tiene sobre todo muy claro que el suyo no es ningún plan de adelgazamiento al uso y una simple dieta. Es más, según él, «mi método es una terapia de choque que sólo yo puedo llevar a cabo». Lo mejor es que «el entrenamiento personal me ha demostrado que es totalmente efectivo».
Para él no es necesario ir a ningún gimnasio para ponerse en forma, ya que el mejor de éstos es la propia calle. Por ese motivo, los participantes se han sometido en ellas a un exigente entrenamiento, valiéndose de escaleras, badenas y vallas. Y el que no cumpliera o se saltar alguna de las reglas, «penalización instantánea». Sobre todo porque este entrenador, como él mismo dice, se «casa» con todos los que se ponen en sus manos y si no puede directamente seguir a todas partes a sus alumnos lo hacen «agentes especiales» -familiares o amigos de los protagonistas-, que han colaborado con él para que éstos cumplieran sus objetivos.