Llega el Ave a Valladolid, capital de Castilla, ex capital de imperio. Llega puntual e iluminado por un sol helado, por fin. Entre Madrid y Valladolid hay diferencias de grados de temperatura y de una marcha de velocidad. En la capital del Reino hay décimas de fiebre autogenerada por la prisa de biografías que corren a todos los sitios, mientras que en la vieja capital imperial, la prisa se doma en paseos de provincia acunadas por vientos de Meseta abierta.
Vengo a mi tierra a descubrirla por dentro, que es lo mismo que verme a mí mismo desde fuera. En el recinto de la Feria de Muestras se celebra la decimoséptima edición de la Feria internacional de turismo interior.
La crisis, quizá, en otra de sus catarsis, efectos colaterales, ha animado de un tiempo a esta parte a redescubrir el pueblo, el hogar, lo entrañable, el mundo rústico, central e ignorado que habita fuera de las miradas comerciales . El llamado «turismo rural» fue un gran inicio para descubrir la grandeza de lo íntimo, la sublimidad de lo cotidiano. Esta corriente se está desarrollando en eventos cada vez mas populares como los de hoy, la fiesta de lo-de-aquí.
Hay un espacio de 25.000 metros cuadrados para albergar un vistazo nacional presentado entre banderas al viento, una visión regional disfrazada de época y una sala de negocios donde los dueños del juego acuerdan proyectos. Al fondo la Consejera y el Alcalde caminan entre cámaras y sonrisas haciendo de anfitriones de espacios en esta inauguración.
Hago un par de fotos y huyo – no me gusta estar detrás de la gente – pasando directamente hacia Soria, intentando ver mi pueblo en una mapa. No está naturalmente, es que «lo esencial es invisible a los ojos», como dijo el autor del Principito. Entiendo en los catálogos que el turismo nace por las vías verdes, valles, espacios naturales, se desarrolla en rutas de vino y cultura hasta que se reposa en casas y posadas reales. «El mico turismo tiene un papel protagonista este año» subraya la bella azafata, cuando la gastronomía abre la tierra desarrollando apetitos y aventuras.
Sigo por las pasillos mientras me topo de nuevo con el perfil hermoso de de la consejera y la pose del alcalde. Les dejo tan ricamente en un banco de Salamanca entre hojas de otoño y me deslizo a Segovia donde un grupo variopinto se planta ante mi cámara casi sin pedirlo. Van vestidos de preludio-al-siglo de oro y me muestran una imprenta para explicarme orgullosos que el «Sinodal de Aguilafuete» es el «Primer Libro de la Imprenta Española» en 1472. Mientras la cultura abre brecha en tinta repitiendo el milagro, oigo a mi espalda que en Burgos tratan de conjugar la morcilla con el vino. Raudo me acerco a beber un tinto mientras me escabullo a los pueblos de mi ciudad.
En Medina del Campo me recibe Isabel, dejo la copa en la mesa beso su mano en dos tiempos con media mirada de «Amistades peligrosas», a punto estoy se sostener la mirada un poco mas cuando aparece casi levitando Teresa de Jesús ante la cual me inclino poniéndome serio. Es éste un nuevo turismo de Historia portado por dos mujeres, anunciadas como «adelantadas a su tiempo». Yo diría que a todos los tiempos. Los genios habitan una dimensión distinta cuyo fin no es otro que abrir caminos.
A su derecha unas hilanderas desarrollan su arte y trasladado felizmente en siglos mejores me siento a departir con el grupo variopinto. Es curioso que la serie «Isabel» de TVE ha abierto un recuerdo, una grieta que nos muestra en la pantalla el volcán absoluto de la Historia. Hoy en día, coincidimos todos, en esta España forjada por mitos gestionados por una casta que exige aprender leyendas de «memoria» vemos que alguien que es «La Historia», Isabel de Castilla, tan denostada y enterrada vuelve a casa a crear rutas. Creo que es la gran novedad de la Feria y recorro las áreas que promocionan su recuerdo: Tordesillas, Arévalo, Segovia, Madrigal de las Altas Torres, El Tiemblo, Valladolid y Medina del Campo.
Me devuelven al presente imperfecto entre reflexiones cuando una nube de fotógrafos y personajes amenazan con interrumpir mi paseo. Me despido de la gente de Medina prometiendo ir en Diciembre y al cruzar al portalón de la Feria entiendo que el Viaje no es otra cosa que la sublimación del turismo.
Desde el «Camino de Santiago» a la «Ruta de Isabel» entre «la Edades del Hombre» se entiende un mundo donde reside la Historia y la Belleza. Y en esa tensión de aprendizaje caben todos los microcosmos planetarios que nutren la vida: la gastronomía, el paisaje, los senderos, las monumentos, las posadas, el folclore.
La Vida interpretada como ejemplo para hacernos vivir mejor esta aquí al lado y en estas Feria nos pueden dar un primer empujón para explorarla.
No se la pierdan.