El estudio de un artista es su santuario. En la soledad de su taller piensa, crea, retoca y da por concluida su obra. Por tercer año consecutivo, Open Studio nos ofrece la posibilidad de conocer de primera mano lo que se cuece donde trabajan esos geniales, y a veces extravagantes, creadores.
“El estudio condiciona la forma de trabajar de un artista”, afirma Carolina Díaz, co-directora de Open Studio, “en sus talleres podemos observar todos los registros de los que se valen para expresar lo que necesitan decir en cada momento”, añade. En ellos descubrimos sus pinceles, sus materiales, sus bocetos, sus lienzos a medio acabar y aquellos objetos que estimulan la inspiración y su talento. También los dispositivos tecnológicos que emplea el arte digital contemporáneo.
Josechu Dávila: «Le pido al público que no vea mis obras de arte porque son una mierda»
En estas jornadas de puertas abiertas al arte actual participan artistas consagrados y jóvenes promesas con estudio en Madrid. También aquellos que han sido invitados aunque no tenga taller en la Villa y Corte. Pero eso sí, todos han pasado la certificación de calidad artística que realiza la organización de este evento. Por su parte, la Fundación Banco de Santander patrocina el Premio a la Producción Artística cuyo ganador, además de apoyo económico para llevar a cabo sus proyectos, podrá mostrar su obra en Open Studio del próximo año.
Para dar cabida a artistas sin estudio que enseñar, se han habilitado en esta edición dos nuevos espacios: Matadero y Tabacalera. En Tabacalera cinco artistas reproducen el ambiente de sus estudios y exponen sus obras. Se trata de Josechu Dávila, Nuria Fuster, Maider López, Javier Pérez y Paula Rubio Infante. Este espacio se encuentra en la antigua Fábrica de Tabacos de la calle Embajadores. La zona elegida para que los artistas interactúen con el público no es otra que los lavabos, duchas y vestuarios donde se aseaban los empleados de la fábrica.
Es la primera vez que se abre al público. Entre las ajadas y desconchadas paredes de este edificio podemos contemplar el instrumental que requieren estos artistas. Rollos de papel, aguarrás, cinta de carrocero, pantallas digitales, cables, marcos y cachivaches de todo tipo conviven con las obras que nos muestran.
Rollos de papel, aguarrás, cinta de carrocero, pantallas digitales, cables y cachivaches de todo tipo conviven con las obras que muestran
En este chocante lugar es donde el madrileño Josechu Dávila (escultor, pintor, fotógrafo y videoartista) expone sus obras dentro de las duchas. Dávila se define como un “artista multindisciplinado” que ve Open Studio como “una oportunidad para acercar el arte a la gente, dialogar con el público, explicar su obra y huir de elitismos innecesarios”. Este artista apuesta por la provocación como recurso para coger a contrapié al espectador reacio con las nuevas fórmulas del arte moderno. “Le pido al público que no vea mis obras de arte porque son una mierda”, subraya Dávila, utilizando el método de “no compre aquí vendemos muy caro” de las afamadas zapaterías Los Guerrilleros. Con su video-obra Anonymous Woman y otras propuestas que muestra en Tabacalera ha estado presente en ciudades como Londres, Hong-Kong o Ciudad Juárez.
Por todo Madrid se reparten los estudios que podrán visitarse hasta el domingo 25 de mayo. Para conocer las intimidades de los Sancta Sanctorum de la creatividad y meternos hasta la cocina de los rincones donde se fragua el arte es necesario inscribirse en la página web de Open Studio. Esta experiencia que se lleva a cabo con éxito en diferentes ciudades del mundo cuenta “con gran interés por parte del público”, como destaca Carolina Díaz, ya que “cuando se conoce al artista de cerca y te explica su obra, la gente se engancha”.