Miles de personas pasan todos los días por delante del Ministerio de Agricultura, situado frente a la concurrida Estación de Atocha. En medio del ajetreo diario a veces reparamos un segundo en las formidables cariátides de su pórtico, en su imponente verja de hierro o, desde la distancia, en los magníficos Pegasos del escultor Agustín Querol que pareciera fueran a salir volando desde la azotea.
Ahora, gracias a una novedosa experiencia, es posible conocer el interior del Palacio de Fomento, nombre del monumental edificio donde se ubica Agricultura, cuya construcción se llevó a cabo en terrenos del Huerto del Botánico allá por 1881. Las visitas guiadas son gratuitas y realizadas por guías oficiales. Las teatralizadas cuestan ocho euros y son interpretadas por actores profesionales. También pueden concertarse pases para grupos. El dinero recaudado con las segundas permite cubrir los gastos de esta acertada propuesta “que está teniendo una acogida muy satisfactoria del público, como afirma Miguel Ordozgoiti, Director General de Servicios del Ministerio, por ello “la intención es continuar con las visitas, que en el caso de las teatralizadas ya hay reservas hasta el mes de julio”.
Cada fin de semana, el que fuera su arquitecto aparece tras una cortina de humo en el zaguán del Palacio para trasladarnos al siglo XIX
Cada fin de semana, el que fuera su arquitecto, Ricardo Velázquez Bosco (el actor Camilo Maqueda), aparece tras una cortina de humo en el zaguán del Palacio para trasladarnos al siglo XIX. A Velázquez Bosco se une la joven Elisa (la actriz Rebeca Sala), una alumna contestaría que a lo largo de la representación no dará tregua a su maestro con sus reivindicaciones feministas.
De la mano de estos personajes rescatados del pasado subiremos los escalones alfombrados en rojo y dorado de la escalinata imperial, construida en mármol italiano de Bardiglio y español de Robledo de Chavela, recorreremos la galería de retratos, los patios, con sus lucernarios sostenidos por estructuras de hierro de los Altos Hornos de Vizcaya que evocan a Eiffel, los largos pasillos y las recónditas escaleras interiores. Entre las ocurrencias de la activista doña Elisa, llegada de una época en que las mujeres “sólo podían pensar con un rosario en la mano”, y los comentarios de don Ricardo, estupefacto ante las revolucionarias ideas de su alumna, observaremos la soberbia bóveda decorada con alegorías de las artes y las ciencias, entraremos en la espectacular “sala de micrófonos” y veremos el despacho de la ministra, donde hasta hace poco los visitantes se topaban con Arias Cañete cuando se quedaba a trabajar hasta tarde. Porque las anécdotas son asimismo parte de este relato teatral.
El Palacio fue en su día el colmo del progreso, pues contaba con “luz incandescente”. Una época en la que, como asegura la mordaz Elisa, el problema de Madrid era la gran circulación de coches tirados por mulas y caballos que iban dejando paso al modernísimo tranvía y, al tiempo, se daba inicio a la urbanización de los barrios de Salamanca y Ciudad Lineal. Tantos adelantos terminarán por confundir a una Elisa que no acierta a saber que son los cuadros negros (pantallas de plasma) que dan lustre a algunas salas del Ministerio.
“La cercanía con el público ha permitido afinar el guión e ir viendo qué funcionaba mejor»
Admirar las interioridades de este Palacio, sus cerámicas del taller La Segoviana, sus coloridos tapices, los relojes de sobremesa del siglo XVIII, sus frescos, pavimentos y paramentos “es un buen plan para antes de cenar el fin de semana”, apunta Miguel Ordozgoiti. Eso sí, sólo los viernes y sábados, previa reserva, se puede visitar este edificio que forma parte del paisaje emblemático de Madrid. Entre otros motivos porque el itinerario pasa por espacios donde habitualmente trabaja el personal del Ministerio.
A ver Encuentro en Palacio, así se titula la visita teatralizada, “viene gente de todas las edades -explica la actriz Rebeca Sala-, se sumergen en el guión, participan, responden muy bien, y las mujeres valoran positivamente el talante feminista de Elisa, mi personaje”. Por su parte, Camilo Maqueda destaca que “la cercanía con el público ha permitido afinar el guión e ir viendo qué funcionaba mejor, buscar la sonoridad del edificio y adaptarnos a sus condiciones”.
No son pocos los edificios de la capital, como el Palacio de Santa Cruz, hoy Ministerio de Asuntos Exteriores, o la antigua Real Casa de la Aduana, hoy Ministerio de Hacienda, que forman parte de nuestro patrimonio histórico-artístico y en la actualidad son sedes de Administraciones e instituciones. A juzgar por la gran aceptación de este programa del Ministerio de Agricultura, harían bien en abrir sus puertas a los ciudadanos no sólo para realizar trámites, también para hacer turismo cultural qué nunca está de más. Esperemos que cunda el ejemplo.