El mundo de la cultura, al igual que otros sectores, ha sido blanco de los recortes presupuestarios. La retirada o disminución de subvenciones ha obligado a agitar el intelecto a gestores culturales y creadores para encontrar soluciones al problema. Por ello, se han puesto manos a la obra para abrir nuevos y diferentes canales de financiación. El micropatrocinio es una de esas fórmulas. Ensayada con éxito en algunos países anglosajones, pretende implicar al mundo empresarial en la promoción de la cultura.
La Plataforma PatrociNArte, coordinada por la escritora y gestora cultural Elena Muñoz, apuesta por involucrar a empresas de mediano tamaño y entidades sociales para establecer alianzas a través del micropatrocinio. 400 o 500 euros aportados por un buen número de pequeñas o medianas empresas pueden suponer el soporte necesario para que un proyecto cultural salga adelante y llenar así el hueco dejado por el sector público. Por lo menos, eso se pretende.
Lourdes Madrid, de la sociedad INMOGESTIONA, explica que su marca “confía en el patrocinio de la cultura como elemento que les proporciona valor”. PatrociNArte, iniciativa nacida en la ciudad madrileña de Rivas, pretende además dar mayor protagonismo a las acciones culturales de proximidad con el fin de que el pequeño comercio o las empresas de hostelería participen también de esta idea.
Patrocinar actos culturales es para las empresas un modo de aumentar el atractivo ante sus clientes de siempre o futuros. La crisis económica ha provocado, entre otras cuestiones, que la mayoría de empresas se replanteen nuevas formas de comunicar. Como afirma Fernando M. Echeverría, Presidente de la Asociación de Peritos de Seguros (APCAS) y miembro de CEIM, “ya no vale que vengan sólo a comprar, ahora tienes que agregar un valor añadido a tus productos y servicios.” El patrocinio no es nuevo pero sí el micropatrocinio, “ya que las pequeñas empresas con una inversión asequible -aclara Echeverría- pueden participar de esta herramienta de promoción, consiguiendo un retorno mucho mayor que con la publicidad e impulsar la responsabilidad social corporativa.”
Los promotores de esta experiencia ponen de manifiesto las ventajas fiscales que conllevan los microapoyos. Por otro lado, reclaman una nueva ley de Patrocinio que en palabras de Gloria Parra, miembro de la Plataforma por la Defensa de la Cultura, “es en la actualidad más necesaria que nunca para dar mayor protagonismo a la cultura en la sociedad.”
Quienes optan por este sistema, consideran que el micropatrocinio de eventos culturales convierte a las empresas en agentes sociales activos cuya aportación puede mejorar la vida de las personas. “El patrocinio, comenta Elena Muñoz, no consume tiempo adicional al ciudadano ni se considera invasivo, sino que se integra en su propia vida y, además, aumenta las estrategias de comunicación del patrocinador.”
La labor iniciada por la Plataforma PatrociNArte ha dado ya sus primeros frutos. En la ciudad de Rivas ha conseguido, por ejemplo, que la librería El Rincón de la Lectura se haya apuntado al micropatrocinio, respaldando los actos de la Asociación cultural Letras Vivas. Para Jeremías Santos, propietario de esta librería, “es una oportunidad para dar mayor difusión al negocio por un coste aceptable.” Por su parte, la inmobiliaria Covibar micropatrocina una Sala de Exposiciones y un Café Literario al que han puesto su nombre, al estilo de los equipos deportivos esponsorizados, donde se dan cita pintura, escultura, fotografía, música, el baile o la literatura. “La Plataforma PatrociNArte, destaca Elena Muñoz, sigue sumando a su proyecto empresas de la Comunidad de Madrid” que salen al rescate de la cultura.