lunes, noviembre 25, 2024
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La casa en la playa de los Borgia

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La ciudad de Gandía, en la costa levantina, es destino vacacional de muchísimas familias y personas que durante unos días quieren disfrutar del sol, de su extensa playa y su cuidado paseo marítimo, alcanzado en los meses de verano una población que supera los 300.000 habitantes.

En Gandía encontraremos también el valle de la Marxuquera, repleto de naranjales, la cueva y las rutas verdes del Parpalló o las dunas de L´Ahuir que han logrado resistir la presión urbanística. Gandía es además sede del concurso internacional de fideuá, especialidad culinaria local que es imperativo degustar. Pero Gandía guarda otros alicientes, pues aún conserva un destacable patrimonio histórico-artístico fruto de la impronta que dejó a lo largo de los siglos. Algo, por otra parte, que pasa desapercibido para una gran mayoría de foráneos.

El edificio que mejor representa el notable pasado de esta villa es su Palacio Ducal que perteneció a la familia Borja. Más conocida por su nombre italiano, los Borgia. Los de las intrigas, conspiraciones, envenenamientos, asesinatos, incestos, las luchas por el poder con los Sforza, los Orsini o los Farnesio que tantas ideas dieron a Maquiavelo para escribir su Príncipe. Aunque, en ocasiones, mito y realidad se confunden en este poderoso y aristocrático linaje del que salieron tres Papas, un rey, una reina, varios virreyes, diplomáticos, militares y hasta un santo. 

Se dice que algunas manchas de la pared son gotas de sangre de San Francisco de Borja cuando mortificaba su cuerpo haciendo penitencia

El palacio se construyó en el siglo XIV en la zona más alta de la ciudad, el “tossal”. Alfonso el Viejo, primer duque de Gandía, fue asimismo el primer ilustre propietario de este magnífico lugar, a pocos kilómetros de la playa, en el que se rodeó de artistas y poetas como Ausias March o Joan Martorell, autores del Siglo de Oro de las letras valencianas.

Más tarde el cardenal Rodrigo de Borja, que luego se convertiría en el papa Alejandro VI, compró el ducado de Gandía y, por tanto, el palacio. Todavía puede verse su escudo de armas sostenido por dos ángeles y sendos hombres de largas barbas. Once duques Borgia habitaron el palacio hasta que murió el último sin descendencia. Después el edificio estuvo abandonado durante un siglo hasta que fue adquirido por la Compañía de Jesús.

El espléndido palacio, austero por fuera pero bellamente ornamentado en su interior, nos invita a traspasar su portada y entrar en el zaguán cuya techumbre de madera fue adornada con piezas de nácar y hueso. En su planta primera hallaremos la Cámara de la duquesa, una estancia en la que resalta el vistoso pavimento cerámico de azulejos blancos y azules de Manises del siglo XV o el Aposento de la Torrecilla, decorado con magníficos azulejos hexagonales de “alfardó” del mismo siglo. Por la escalera señorial tendremos acceso al regio Salón de Coronas, donde podremos leer grabado en su friso superior el consejo que el papa Alejandro VI dio a sus hijos: “Sólo será coronado aquel que pelee según la ley”. Otras salas, como la Galería Dorada, llamada así por la profusión del color oro en casi todos sus elementos, o el elegante Salón de las Águilas, sorprenden al visitante por una mezcla de magnificencia y sobriedad. Por último, desde la terraza del palacio es posible asomarse a la ribera del río Serpis.

Sobresale en este edificio, más allá de la alargada y oscura sombra del papa Alejandro VI, la figura de Francisco de Borja que nació entre sus muros y llegó a ser canonizado. Cuenta una leyenda popular cómo en el Oratorio del Palacio San Francisco venció al diablo que en su huida resquebrajó una piedra de alabastro, la cual puede verse aún junto al altar. Por otro lado, se dice que algunas manchas rojas de la pared son gotas de sangre del venerable duque vertidas cuando mortificaba su cuerpo haciendo penitencia. Sin embargo, lo que más sobrecoge de este pequeño Oratorio de techo poligonal es que está construido con forma de ataúd. En el siglo XVIII, la lucha del santo contra el demonio fue llevada al lienzo por Goya en su cuadro «San Francisco de Borja exorcizando a un agonizante impenitente» pintado para una capilla de la Catedral de Valencia.

El palacio ofrece visitas guiadas y teatralizadas, que en agosto se realizarán el día 20 en dos sesiones de tarde, así como exposiciones temporales y otras actividades. Recorrer la distancia que separa la playa del centro histórico de Gandía (se tarda unos 15 minutos en coche o autobús) nos permitirá conocer la casa e influencia que los Borgia tuvieron en esta villa valenciana y otros sitios de interés como la antigua Universidad de Gandía, primera Universidad de los jesuitas fundada por San Francisco de Borja, su Colegiata, la Alquería, el Torreón del Pino, etc.

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